Atentado de Niza agita el debate político y el gobierno francés queda a la defensiva

El atentado de Niza endureció el debate sobre la política antiterrorista del gobierno socialista francés antes de las primarias previas a la elección presidencial de 2017.

El ataque incendió las críticas de la derecha y la extrema derecha ante un poder a la defensiva.

Los dos anteriores atentados masivos en Francia, en enero y noviembre de 2015 (147 muertos en total), unieron, al menos por un tiempo, a la clase política alrededor del principio de unión nacional.

Homenajes a las víctimas, celebración de los valores de la República, posiciones mesuradas... Todos parecieron jugar el juego.

Pero apenas se cometió en Niza el atentado (84 muertos) el 14 de julio, día de la fiesta nacional en Francia, la derecha y la extrema salieron a competir por asestar el mayor número de críticas al gobierno.

Tanto el partido Los Republicanos (LR) del ex-presidente Nicolas Sarkozy, en medio de una lucha interna antes de sus elecciones primarias en noviembre, como el Frente Nacional de Marine Le Pen, pueden beneficiarse en las urnas de este nuevo ataque.

En ese clima político, las declaraciones se suceden.

Signo de la tensión que inocula este ambiente en la opinión pública: el Primer ministro Manuel Valls fue abucheado el lunes en Niza en el marco del minuto de silencio observado en Francia en memoria de las víctimas. Entre la muchedumbre se escucharon llamados a su renuncia.

El ex-primer ministro Alain Juppé y candidato a la primaria de derecha pidió "pasar a la velocidad superior contra el terrorismo", sin suministrar pistas precisas. "Será ellos o nosotros", afirmó su principal rival, Nicolas Sarkozy, y se refirió a la necesidad de llevar a acabo una "guerra total" contra los "enemigos" de Francia.

El Frente nacional, que se da como ganador de la primera vuelta de la elección presidencial en abril de 2017, denunció "las carencias gravísimas del Estado" a la hora de proteger a los franceses.

Pidió además la renuncia del ministro del Interior Bernard Cazeneuve, que el propio aludido descartó tajantemente.

El partido de extrema derecha subrayó también que "todos los terroristas" que han atacado a Francia desde hace dieciocho meses "surgen de la inmigración".

"No hubo respeto por parte de algunos responsables políticos del período de duelo", afirmó Cazeneuve, quien pide una Francia "unida y congregada".

"Todas las campañas electorales del mundo y otras primarias no pueden justificar la doble falta a la moral y a la concordia nacional", añadió el jefe del partido socialista Jean-Christophe Cambadélis.

Solo el 33% de los franceses afirman que tienen confianza en el ejecutivo para luchar contra el terrorismo, según una encuesta del Instituto Ifop publicado el lunes por el diario conservador Le Figaro.

Frente a la lluvia de críticas, el gobierno reclama "dignidad", subrayando sin nuevos anuncios en materia de seguridad las medidas ya tomadas: 10.000 militares desplegados en territorio nacional, tres nuevas leyes adoptadas, el estado de urgencia que será renovado por tres meses suplementarios.

Pero al insistir desde el 14 de julio que los franceses deben prepararse a nuevos atentados, el ejecutivo es acusado por la oposición de "fatalismo".

El presidente socialista François Hollande, quien en 2015 gozó de un impulso de popularidad luego de los dos primeros atentados, ha intervenido poco en esta ocasión y se limitó a una intervención televisada en la noche del jueves y a una vista a los heridos en Niza el viernes.

El politólogo Frédéric Dabi, citado el lunes por Le Figaro, dijo que "hay una furia en el país, con el sentimiento de que el ejecutivo no está a la altura y que el presidente autoproclamado protector es en realidad incapaz de proteger".

Si "su humanidad, rapidez, autoridad fueron saludadas en enero y en noviembre", ya "no le quedan más cartas" ahora, añadió Dabi.

Muy impopular, François Hollande ha sido vago hasta ahora en sus intenciones para la próxima elección presidencial.

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