Extrema derecha francesa quiere creer en una victoria histórica en presidenciales

Fortalecida por el rechazo a los partidos tradicionales y por una ola de derecha populista en Europa, la líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, espera conquistar el Elíseo pese a que los sondeos auguran su derrota en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2017.

"Todavía no ha sido derrotada. Aquellos que piensan (...) que no hay ningún peligro del lado de la extrema derecha se equivocan. Tanto la izquierda como la derecha pueden perder frente a Marine Le Pen", advertía recientemente un ministro socialista.

Todo parece sonreír al Frente Nacional (FN), en progresión constante desde 2012. A seis meses de los comicios presidenciales, la impopularidad del actual jefe de Estado François Hollande ha sumido a la izquierda en una crisis, mientras que las primarias de la derecha han provocado una guerra de líderes.

La ola de atentados yihadistas que ha golpeado a Francia desde enero de 2015 ha hecho que los discursos, de todo el espectro político, se centren en la seguridad, la inmigración y la identidad, los temas que ha privilegiado el Frente Nacional desde que fue fundado en 1972 por el padre de Marine, Jean-Marie Le Pen.

Marine Le Pen, que terminó tercera en las elecciones presidenciales de 2012, tiene una "ventaja enorme, el no haber nunca estado en el poder", subraya el investigador Jean-Yves Camus. "Esto borra varios aspectos poco creíbles de su programa", añade.

Además, el contexto actual juega a su favor: la llegada masiva de migrantes y refugiados a Europa ha favorecido el florecimiento de los discursos ultranacionalistas, islamófobos y xenófobos en Austria, Alemania, Hungría, Polonia, Holanda y Dinamarca.

El 4 de diciembre próximo en Austria, el candidato del FPÖ, uno de los partidos de extrema derecha mejor implantados en Europa, aspira a ganar las elecciones presidenciales tras la anulación por irregularidades de los comicios de mayo que perdió por apenas 31.000 votos.

El histórico e inesperado voto de los británicos a favor del Brexit, apoyado por el partido eurófobo UKIP, alimenta la dinámica de extrema derecha actual. En Estados Unidos, el meteórico ascenso del candidato republicano Donald Trump en la campaña presidencial también puso estos temas en el centro de los debates.

Pero, por el momento, aunque todas las encuestan aseguran que Marine Le Pen se 'clasificará' la noche del 23 de abril para la segunda vuelta de las presidenciales -quizás primera-, todas auguran también que será derrotada el 7 de mayo. Lo más probable es que el candidato de la derecha gane las elecciones.

Para el politólogo Joël Gombin, "la elección presidencial, un comicio mayoritario a dos vueltas, hace necesario contar con una coalición para ganar y convencer más allá de su propio campo".

Desde 1958, "ningún partido ha logrado superar solo el 50% de los votos" y "el FN rechaza las alianzas", lo que atrae votos pero también lo priva de una reserva de votos en la segunda vuelta, según Gombin.

Alejándose de las declaraciones racistas y antisemitas de su padre, la estrategia de "desdiabolización" de Marine Le Pen desde que tomó las riendas del partido en 2011 le ha permitido seducir a electores de todo el espectro político: los electores de derecha adhieren a sus argumentos antiinmigración y seduce a los de izquierda aprovechando el clima de fuerte decepción, sobre todo por el alto índice de desempleo.

No obstante, a pesar de sus esfuerzos por tranquilizar, su imagen aún preocupa. Y su programa económico, sobre todo su propuesta de salir del euro, inquieta.

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