En Jordania, los Hermanos Musulmanes vuelven a las urnas

Después de haber boicoteado las dos precedentes elecciones, los Hermanos Musulmanes realizan una campaña activa antes de las legislativas del 20 de setiembre en Jordania con la ambición de regresar a la escena política.

El resultado del Frente de Acción Islámica (FAI), escaparate político de la cofradía, representa la gran incógnita de esta consulta a una sola ronda destinada a renovar la Cámara de diputados para los próximos cuatro años.

Para estar bien representado, el partido presenta 120 candidatos, entre los que destacan personalidades políticas, sindicales y tribales, que realizan reuniones a lo largo y ancho de todo el país.

Sin embargo, los Hermanos Musulmanes atraviesan un momento delicado, en tanto se encuentran debilitados por las divisiones internas y la represión por parte de las autoridades que han cerrado varias de sus sedes en el país.

"Todo lo que queremos son elecciones creíbles que traduzcan la real voluntad del pueblo, independientemente de los resultados o del grado de representación que tengamos en el Parlamento", declaró a la AFP Zaki Bani Irsheid, uno de los principales dirigentes de la cofradía.

Los Hermanos habían boicoteado las elecciones de 2010 y 2013 denunciando fraudes y reclamando la revisión del sistema electoral.

Al anunciar en junio su participación en las legislativas, el movimiento llamó al pder a "garantizar la transparencia de la consulta y poner fin a la intervención de los organismos oficiales en el desarrollo de la operación electoral y el escrutinio de los resultados".

Para Irsheid, "Jordania debe aprovechar esta ocasión (...) para restablecer la confianza de los ciudadanos en el proceso electoral y en las instituciones del Estado".

Tolerada durante décadas, la confradía mantiene relaciones tensas con el poder tras las revueltas de la Primavera árabe de 2011. En tanto asociación es considerada ilegal, y las autoridades clausuraron en abril pasado siete de sus sedes en varias ciudades.

Sin embargo, las autoridades le quitaron lastre al asunto haciéndole una enmienda a la ley electoral, que permite a los partidos presentar listas y así romper con un sistema de "voto único transferible", por el que el votante asignaba su elección a varios candidatos, por orden de preferencia. Ese método en Jordania beneficiaba hasta ahora a los candidatos de las tribus, afectos al poder.

Los islamistas decidieron participar en las elecciones aunque consideran las reformas "insuficientes". Reclaman en particular enmiendas que permitan la formación de un gobierno salido del Parlamento, contrariamente a la actual Constitución, que brinda al rey la potestad de designar al primer ministro.

Por otra parte, el Estado enfrenta el desafío de "probar su capacidad para organizar unas elecciones creíbles, transparentes y libres. Porque la opinión pública es escéptica a causa de las experiencias precedentes y el reconocimiento por parte de las propias autoridades de fraudes a gran escala", explica Oreib al Rentawi, director del Centro Al Qods para las relaciones estratégicas.

Según éste, el régimen debe optar entre continuar en la vía de las reformas y garantizar elecciones libres, o la "confrontación" con los islamistas.

Esta disyuntiva se plantea en un momento delicado para el reino, hasta ahora una isla de estabilidad en una región sacudida por las crisis y los conflictos. Aliada de Estados Unidos, Jordania se encuentra en primera línea en la guerra de Siria, y ha acogido a más de 600.000 refugiados según la ONU, más de 1,4 millones según Ammán.

La consulta será una "prueba de la popularidad de la cofradía", indica Al Rentawi, quien prevé que los islamistas logren unos 20 escaños sobre un total de 130, lo que los convertiría en la primera fuerza de oposición en el Parlamento. Al igual que en las elecciones anteriores, la mayoría estará constituida por candidatos leales al régimen, elegidos sobre todo a partir de bases tribales.

No obstante, la cofradía se ha visto desestabilizada por la reciente aprobación brindada por las autoridades a un grupo disidente de la misma. Éste explica haberse escindido para romper los vínculos con la cofradía en Egipto, cuna del movimiento declarado ilegal por el poder, y miles de cuyos miembros se encuentran actualmente en prisión.

El FAI obtuvo sus mejores resultados en las elecciones legislativas de 1989, cuando logró 22 escaños sobre 80.

Pero, para el analista Labib Qamhaui, "el Estado no permitirá que haya elecciones libres como en 1989. No puede asumir este riesgo, puesto que el país pasa por un periodo muy delicado".

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