El apacible doctor Carson eclipsa al verborrágico magnate Trump

  • Ben Carson, tan discreto como Donald Trump es extravagante, alanzó al magnate al tope de las encuestas para las primarias republicanas de Estados Unidos. Así, otro outsider se ubica en la cresta de ola antisistema.

Carson, de 64 años, el único negro en liza, y Trump tienen como punto en común que jamás ejercieron cargo político alguno. Y ambos sacan provecho de ello.

Trump, que despegó en los sondeos de la interna republicana, comparte ahora ese liderazgo con Carson, quien le pisa los talones (24% contra 23%), según una encuesta de la Universidad Quinnipiac divulgada el miércoles y que tiene un margen de error de +/-4%.

Le siguen de lejos el senador por Florida, Marco Rubio, con 14%, y el senador por Texas, Ted Cruz, con un 13%.

La remontada de Carson, que en otras encuestas logró incluso arrebatarle el primer lugar al magnate de los bienes raíces, se fue dando como una marea lenta.

Su avance ha dejado una fuerte impresión en observadores y candidatos, que no esperaban que este médico lánguido, casi invisible en los debates de televisión, pudiera seducir a un republicano de cada cuatro.

Su historia personal es el ideal del tradicional "sueño americano".

Creció en las zonas pobres de las urbes de Detroit y Boston, criado por una madre analfabeta que se casó a los 13 años y que acabó abandonando a su marido bígamo.

A los 14 años, Ben Carson intentó apuñalar a un niño, pero una hebilla de metal detuvo el impacto y quebró la punta del cuchillo.

El candidato dice a menudo que, de no haber sido por esa vuelta del destino, estaría probablemente en prisión en vez de aspirar a la Casa Blanca.

El joven Ben era un mal estudiante, incontrolable, de carácter complicado. Pero su madre y su hermano le forzaron a leer dos libros a la semana. Las calificaciones mejoraron, Ben Carson se convirtió en un estudiante modelo y fue aceptado como becario en la prestigiosa Universidad de Yale.

Luego estudió medicina en la Universidad de Michigan y de unirse al prestigioso Hospital Johns Hopkins de Baltimore, donde rápidamente pasó a dirigir el servicio de neurocirugía pédiátrica.

Así, se convirtió en uno de los ocho neurocirujanos negros de todo el mundo, contó luego en un libro en 2007.

Su historia conmueve al público.

La operación que le hizo famoso en 1987, cuando, asistido por un equipo médico de 70 personas, logró separar a siameses alemanes de siete meses que estaban unidos por la cabeza, demandó 22 horas y se convirtió en una primicia mundial porque los bebés sobrevivieron.

El mandatario George W. Bush le concedió el más alto galardón civil de Estados Unidos en 2008, la Medalla Presidencial de la Libertad.

Su vida fue llevada al cine con la película "Gifted Hands: The Ben Carson Story" en 2009, en la que fue personificado por Cuba Gooding Jr.

Carson ha escrito cuatro libros, de carácter espiritual o motivacionales, desde que se retiró en 2013 para lanzarse al ruedo republicano.

Así, se convirtió en un orador muy buscado por los ultraconservadores.

Cuando está en el escenario, Carson siempre exhibe una leve sonrisa, tiene un hablar suave salpicado de anécdotas, chistes y extractos de la Biblia.

Hoy, promueve la compasión y vuelve clamar por la responsabilidad individual, un valor que lo lleva a denunciar el "Estado de bienestar" que, según él, mantiene deliberadamente a la gente en su camino de pobreza.

A pesar de sus modales de iglesia, Ben Carson cultiva lo "políticamente incorrecto" y dejó a muchos sorprendidos con declaraciones provocativas sobre la homosexualidad, la esclavitud, el Holocausto judío, las armas y la compatibilidad del Islam con la Constitución de Estados Unidos.

En un discurso pronunciado en 2013, dijo que quería "volver a educar a las mujeres" sobre el aborto.

Y afirmó que la reforma del sistema de salud impulsada por el gobierno de Barack Obama "es realmente, creo, lo peor que le ocurrió a este país desde la esclavitud".

"Y esto es, en cierto modo, la esclavitud, porque nos esclaviza al Estado", aseveró, recibiendo una ovación.

Su avance en las encuestas, sobre todo en zona rural de Iowa, se vio impulsado por su éxito entre la base evangélica, alejada del poco piadoso Donald Trump.

De hecho, Trump se ha preguntado en voz alta qué es esta Iglesia de Adventistas del Séptimo día, de la que Carson es fiel.

Pero al igual que Trump, Carson se beneficia del clima anti-establishment.

"No soy un político. No tenía intención de convertirme en uno. Soy un hombre normal", reiteró el neurocirujano el domingo durante un discurso en una iglesia de Tennessee, ante miles de personas.

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