Las elecciones en Francia dejan muchos perdedores por el camino antes de celebrarse

  • Los grandes líderes de las dos principales familias políticas francesas no han podido optar al Elíseo
EUROPA PRESS
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Si hay algo que van a dejar las elecciones presidenciales de este año en Francia son perdedores. Al margen de los diez candidatos que serán derrotados en las urnas entre el 23 de abril y el 7 de mayo, por el camino han quedado algunas de las principales figuras de la política francesa.

El gran perdedor, pese a que las papeletas no llevarán su nombre, es el presidente François Hollande. Su impopularidad récord y sus escasas opciones de victoria le llevaron a tomar el pasado 1 de diciembre la dolorosa decisión de no ser candidato, convirtiéndose así en el primer jefe de Estado en el cargo que no opta a su reelección desde que se instauró la V República, en 1958.

"Soy consciente del riesgo actual de emprender un camino que no reúna el apoyo suficiente, así que he decidido no ser candidato para renovar mi mandato presidencial", anunció a los franceses, entonando un 'mea culpa' por los errores durante su mandato.

Su renuncia a presentarse dejó vía libre al primer ministro, Manuel Valls, cuyas aspiraciones al Elíseo eran prácticamente un secreto a voces y cuyo índice de popularidad era uno de los más altos del Ejecutivo. Unos días después del anuncio de Hollande, Valls dimitió de su cargo para presentarse a las primarias de la izquierda.

"Sí, soy candidato a la Presidencia de la República", proclamó desde la localidad de Evry, de la que fue alcalde hasta 2012, el 5 de diciembre, defendiendo su "experiencia" como contrapeso al auge de la derecha y abogando por una "revuelta" para devolver al socialismo a la primera línea, consciente de que los sondeos situaban al Partido Socialista fuera de la segunda vuelta.

Aunque seguramente Valls se esperaba un camino de rosas y su elección en las primarias de la izquierda, para las que los sondeos le situaban como favorito, se vio derrotado casi contra todo pronóstico por Benoît Hamon, ex ministro de Educación, quien le ganó tanto en la primera como en la segunda vuelta.

El ex primer ministro se guardó su baza y le devolvió la derrota a Hamon el pasado 29 de marzo, al anunciar que en lugar de votar por el candidato de su partido en estas elecciones lo haría por el centrista Emmanuel Macron, antiguo ministro de Economía del Gobierno de Hollande.

"Sí, voy a votar por Emmanuel Macron porque no hay que afrontar ningún riesgo para la república. Asumo mis responsabilidades... No tengo nada que negociar. Esto no es una manifestación, es una decisión desde la razón", justificó Valls.

La de Valls no ha sido la única 'puñalada' que ha recibido Hamon de cara a las elecciones, ya que ha habido otros dirigentes socialistas que, a tenor de los malos resultados que le auguran los sondeos --en torno al 8 por ciento de los votos--, han apostado por Macron y por el "voto útil" para parar a Marine Le Pen. Así pues, Hamon encara la primera vuelta desde una alejada quinta posición, que daría a los socialistas el peor resultado de su historia.

CENTRO-DERECHA

Si en el Partido Socialista las primarias para elegir a su candidato el Elíseo --las segundas tras las celebradas para las elecciones de 2012-- tuvieron un ganador inesperado, en las filas del centro-derecha ocurrió tres cuartos de lo mismo con sus primeras primarias.

El expresidente Nicolas Sarkozy, que tras su amarga derrota a manos de Hollande en 2012 había abandonado la política activa, hizo su 'rentrée' en 2014 haciéndose con la jefatura de la Unión por un Movimiento Popular (UMP). En mayo de 2015, el partido fundado por Jacques Chirac y Alain Juppé en 2002 pasó a llamarse Los Republicanos.

A partir de ese momento, Sarkozy moldeó al partido con la vista puesta en las elecciones de 2017 pero sus asuntos pendientes con la justicia --entre otros el dinero que el exdictador libio Muamar Gadafi habría dado a su campaña de 2012-- y sus propuestas cercanas en muchos aspectos a las del Frente Nacional no convencieron a los votantes en las primarias.

En la primera vuelta del 20 de noviembre, vio como Juppé --su antiguo ministro de Exteriores-- y François Fillon --su primer ministro durante los cinco años de su mandato-- se imponían, propinándole una humillante derrota. Tras el varapalo, anunció que respaldaría a Fillon en la segunda vuelta.

El otro gran perdedor de las primarias de la derecha fue el ex primer ministro Juppé. Favorito en todas las encuestas antes de la primera vuelta y uno de los pesos pesados de esta familia política en Francia, finalmente fue superado por Fillon, quien se impuso con un contundente 68 por ciento.

El candidato de Los Republicanos se convirtió de forma inmediata en el favorito para alzarse con la victoria el 7 de mayo, en un duelo con Le Pen, pero el escándalo de los empleos ficticios de su mujer y sus hijos destapado en enero supuso un duro revés que le hundió en lo sondeos.

No obstante, aunque en estas semanas fueron muchos, incluso en las filas de su partido, los que le dieron por muerto y pidieron un recambio antes de una estrepitosa derrota --con Juppé como posible reemplazo--, Fillon se mantuvo impertérrito y dispuesto a llegar hasta el final.

Su estrategia parece haberle servido, ya que encara la cita de este domingo en tercera posición, con el izquierdista Jean-Luc Mélenchon pisándole los talones o incluso por delante, según los sondeos, y apenas a tres puntos de Le Pen y Macron, por lo que dado el elevado número de indecisos y el margen de error mantiene opciones reales de pasar a segunda vuelta.

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