Un evangélico a punto de ganar la alcaldía de Rio en municipales de Brasil

Brasil celebra el domingo el balotaje de las elecciones municipales, tras el hundimiento en la primera vuelta del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, con la mirada puesta en Rio de Janeiro, donde un obispo evangélico es el favorito.

Queda aún por elegir a las autoridades de 55 ciudades -entre ellas 18 de las 26 capitales de estado- donde ningún candidato obtuvo la mayoría de los votos en la primera vuelta del 2 de octubre.

Y por primera vez desde que se empezó a aplicar el sistema de balotaje en 1992, la capital económica del país, Sao Paulo, no estará en la disputa al haber quedado en manos de Joao Doria, del centrista PSDB, que se la arrebató al PT.

Golpeado por las acusaciones de corrupción del megafraude a Petrobras, el partido de izquierda que gobernó Brasil desde 2003 hasta la reciente destitución de Dilma Rousseff ya perdió casi dos tercios de las alcaldías que había ganado en 2012; sólo disputa ahora una capital, Recife, donde el candidato rival casi le dobló en votos en la primera vuelta.

Esa votación fue un espaldarazo para el presidente conservador Michel Temer en su primer test en las urnas después de sustituir a Rousseff, en momentos en que planea un fuerte ajuste fiscal: su partido, el PMBD, se mantuvo líder y fue el que más alcaldías ganó en la primera vuelta.

De hecho, no se esperan sorpresas mayores el domingo.

Y Rio de Janeiro es la ciudad que acapara todas las miradas.

La ciudad del carnaval y la samba, sumida en una profunda crisis económica y de seguridad, vive una disputa polarizada entre dos candidatos antagónicos, dos formas de concebir la política y la ciudad en su etapa postolímpica.

De un lado está el senador conservador y obispo evangélico Marcelo Crivella, de 59 años, que promete mano dura contra la delincuencia; del otro, Marcelo Freixo, de 49 años, del Partido Socialismo y LIbertad (PSOL), formado por disidentes del PT, que apuesta por una ciudad más inclusiva y progresista.

Pese a las varias polémicas que enfrentó Crivella durante la campaña -como la publicación de unas fotos donde exorcizaba a católicos cuando era misionero en África en los 90 o sus declaraciones de la época sobre el "mal terrible" de la homosexualidad- todas las encuestas lo dan como el claro vencedor, con más de 20 puntos de ventaja sobre Freixo.

"En el debate público parece que Crivella se opone a los métodos de la izquierda tradicional, pero da la impresión de que nadie recuerda que fue ministro de Pesca de Dilma (entre 2012 y 2014). Él, en realidad, no tiene un programa para repensar la ciudad, simboliza simplemente la influencia y la inserción de la religión en la política", dijo a la AFP el profesor Ivar Hartmann, de la Fundación Getulio Vargas en Rio de Janeiro.

La ventaja del sobrino del polémico fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios (neopentecostal) se explica por un "adoctrinamiento de los evangélicos cada vez mayor en las comunidades de clase media o media baja", evidenciado en pequeñas iglesias esparcidas por todas las favelas de Rio, estima el analista.

Y, en el país con más católicos del mundo, se enmarca también en un contexto de expansión del culto evangélico, con una poderosa bancada en el Congreso.

Fuera de los programas electorales, la elección del domingo tuvo que sortear la ocupación de más de 1.000 escuelas en todo el país por alumnos de secundaria que protestan contra las reformas de Temer.

Esas ocupaciones hicieron que unos 200 colegios electorales tuvieran que ser instalados en otros lugares en Paraná (sur), donde iniciaron las protestas hace un mes.

Fuerzas federales fueron enviadas también a Curitiba, la capital, y a dos ciudades más de ese estado para reforzar su seguridad, así como a Rio de Janeiro, Sao Luis (Maranhao, norte) y Fortaleza (Ceará, noreste).

En unos comicios vistos como un termómetro para las elecciones presidenciales de 2018, todo indica que la fuerte abstención del 2 de octubre (17,5%) será otra de las protagonistas de la jornada en este país con voto obligatorio.

A raíz del escándalo de Petrobras, que salpicó a importantes figuras de todos los partidos, "surgió un disgusto con la clase política, un rechazo casi unánime de los ciudadanos con la manera de hacer política en Brasil", estima Hartmann.

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