La semana turbulenta del expresidente francés Nicolas Sarkozy

A dos meses de las primarias de la derecha para las presidenciales francesas de 2017, Nicolas Sarkozy se enfrenta a una cascada de acusaciones y escándalos que podrían truncar su ambición de regresar al Elíseo.

Esta acumulación de problemas no podía caer en peor momento para el candidato a las primarias de noviembre, quien no logra acortar la distancia respecto a su principal rival, Alain Juppé. Según un sondeo publicado el martes, el ex primer ministro, de 71 años, derrotaría a Sarkozy en la segunda vuelta de estos comicios internos con 59% de los votos.

La semana negra del exmandatario de 61 años comenzó el lunes, cuando Bernard Squarcini, director de los servicios secretos franceses durante la presidencia de Sarkozy (2007-2012), fue detenido para ser interrogado en el marco de una investigación por tráfico de influencias, que desembocó este miércoles en su inculpación, según una fuente judicial.

Conocido como "el tiburón", el nombre de Squarcini aparece también en otra investigación sobre un supuesto financiamiento proveniente de Libia para la campaña electoral de Sarkozy en 2007.

Justamente, sobre este caso, una fuente cercana a la investigación reveló el martes la existencia de un elemento clave: una libreta de un exministro del régimen libio de Muamar Gadafi que menciona una serie de pagos para financiar la campaña electoral de Sarkozy por esas fechas.

Pero el golpe más duro lo propició sin duda un exconsejero del expresidente, Patrick Buisson, quien publica este jueves un libro explosivo subtitulado "La historia prohibida de la presidencia Sarkozy".

Este exactivista de extrema derecha es considerado como el artífice del discurso que abrió las puertas del poder a Sarkozy en 2007. Ambos hombres cortaron relaciones en 2014 cuando se reveló que Buisson grababa en secreto todas sus conversaciones.

En su libro "La causa del pueblo", el llamado "estratega de la sombra" desempolva varias anécdotas, con tintes de ajuste de cuentas, cuyos efectos pueden ser devastadores para las ambiciones presidenciales del ex Jefe de Estado.

Entre sus confidencias más fulminantes, Buisson afirma que en 2006, Sarkozy, entonces ministro del Interior, dejó que "grupos de negros y árabes agredieran a jóvenes blancos" durante una manifestación estudiantil en París e informó a la prensa de "posibles incidentes" para que luego apareciera controlando la situación.

El hombre que inspiró el discurso más derechista del expresidente cuenta también que Sarkozy le pidió contactar a Jean-Marie Le Pen, el entonces candidato del partido ultraderechista Frente Nacional, para negociar entre las dos vueltas de las presidenciales de 2007.

Otra de las revelaciones que más ruido ha causado concierne al exdirector del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Kahn, candidato a las primarias socialistas para las elecciones de 2007.

Buisson afirma que Sarkozy quería que Strauss-Kahn fuera su rival en los comicios presidenciales porque sabía todo de él. "Tengo con qué hacerlo estallar en pleno vuelo", aseguraba Sarkozy, según Buisson.

Pero Strauss-Kahn no llegó hasta las primarias. El economista tuvo que retirar su candidatura y dimitir del FMI en 2011, implicado en un escándalo sexual en Estados Unidos.

Pero como si esto no bastara, a estas revelaciones se añade la difusión esta semana de un programa de televisión que investigó el supuesto financiamiento ilegal de la campaña electoral de Sarkozy en 2012, un caso por el cual fue imputado.

En ese programa, un hombre encargado de los colosales mítines de Sarkozy afirma que este último estaba al tanto del sistema de facturas falsas creado para disimular el exceso de gastos autorizados para la campaña.

Para el politólogo Pascal Perrineau, esta acumulación de escándalos es un golpe duro para Sarkozy. "Los franceses viven tiempos difíciles y lo que piden ahora es serenidad", estima.

Pero, "independientemente de esta semana difícil", Perrineau recalca que "siempre es complicado para un hombre que fue derrotado en sufragio universal regresar al primer plano de la política". "Es algo que quizás Sarkozy ha olvidado", concluye.

Mostrar comentarios