Flynn, Pompeo y Sessions: tres duros en el gobierno de Trump

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, nombró este viernes a tres ultraconservadores para estar al frente del Consejo de Seguridad Nacional, la CIA y el Departamento de Justicia: Michael Flynn, Mike Pompeo y Jeff Sessions.

A continuación, una breve biografía de los hombres que ocuparán puestos claves en el próximo gobierno:

El hombre elegido por Donald Trump para dirigir su Consejo de Seguridad Nacional (NSC) es un militar retirado con una brillante carrera a sus espaldas, conocido por ser un crítico implacable del extremismo islámico.

Flynn, de 57 años, dirigió la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA, por sus siglas en inglés) y fue una de las pocas figuras de la élite republicana en apoyarlo durante su campaña electoral.

Partidario de seguir una línea muy agresiva frente al extremismo islámico, acusó a la administración de Barack Obama de ser muy débil ante esta amenaza.

Defendió, en cambio, el acercamiento con Rusia y China y, durante una cena en Moscú, se dejó ver junto al presidente Vladimir Putin en diciembre de 2015.

"Tenemos un problema con el islamismo radical y creo que podemos trabajar juntos" con Rusia "contra ese enemigo", explicó al diario The Washington Post este verano boreal.

Hijo de un banquero de Rhode Island (este), su carrera militar se inclinó hacia la inteligencia y el espionaje, que lo llevó destacado a Afganistán e Irak.

Obama lo nombró en 2012 jefe de la DIA, en la que trabajan unos 16.500 funcionarios, pero fue obligado a renunciar menos de dos años después en el marco de turbulencias internas del organismo y conflictos con la administración estadounidense.

Su nombramiento no debe ser refrendado por el Senado.

El próximo director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de 52 años, es conocido por ser un halcón del Partido Republicano y un feroz crítico del acuerdo nuclear con Irán.

En 1986 se graduó en la prestigiosa academia militar estadounidense de West Point, pero abandonó el Ejército en 1991 para estudiar Derecho en Harvard y posteriormente meterse en el mundo empresarial creando la empresa de componentes aeroespaciales Thayer Aerospace, que luego vendió.

Con el apoyo económico de los multimillonarios y conservadores hermanos Charles y David Koch, fue electo en 2010 por Kansas a la Cámara de Representantes, donde luego se integró al Tea Party, la corriente ultraconservadora del Partido Republicano.

En la cámara baja se hizo conocido por encabezar la controvertida comisión Bengasi, que puso en la picota a la rival de Trump en la carrera presidencial, la demócrata Hillary Clinton, en el marco de la investigación sobre el ataque en 2012 contra el consulado estadounidense en la ciudad libia, que dejó cuatro muertos estadounidenses, incluido el embajador, cuando era secretaria de Estado.

Pompeo ganó más notoriedad en temas de inteligencia en 2013 al ser designado miembro de dicha comisión.

Desde allí lanzó implacables críticas al acuerdo con Irán, por el que se levantaron las sanciones a cambio de que la República Islámica detuviera su programa nuclear.

Un día antes de su designación, tuiteó: "Estoy deseando rectificar este desastroso acuerdo con el mayor Estado patrocinador del terrorismo".

Su nombramiento fue aclamado el viernes por el republicano Devin Nunes, presidente de la comisión de Inteligencia, que debe aprobar su designación.

Este senador ultraconservador por Alabama de 69 años, con una durísima posición en materia de inmigración ilegal, será el próximo fiscal general.

Su personalidad sigue siendo muy controvertida por las declaraciones racistas que hizo hace varias décadas, pero su fino conocimiento de los mecanismos del poder en Washington será muy valioso para el próximo presidente estadounidense, que nunca ejerció un cargo público.

Desde 1997 representa a Alabama en el Senado, donde se hizo popular por oponerse a varios proyectos de regularización de los sin papeles durante las presidencias del republicano George W. Bush y el demócrata Barack Obama.

También se mostró favorable a reducir gastos y a adoptar un enfoque represivo para luchar contra la delincuencia.

Pero sus palabras abiertamente racistas en los años 80 aún le persiguen: en 1986, por ejemplo, cuando era fiscal federal en Alabama, reprochó a un abogado blanco haber defendido a un cliente negro, lo que, a su juicio, era "una vergüenza para su raza".

Su candidatura a un cargo de juez federal fue rechazada --un hecho muy raro-- tras una audiencia en el Senado a causa de ese tipo de declaraciones.

Su nombramiento debe ser aprobado por el Senado.

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