Cuba, el tablero de juego de los "trece días", sobrevive como país comunista

  • Medio siglo después de la "crisis de los misiles" Cuba se mantiene comunista, enemistada con EEUU y con Fidel Castro retirado del poder pero único superviviente de los tres líderes que protagonizaron la arriesgada partida de los "Trece días".

La Habana, 9 oct.- Medio siglo después de la "crisis de los misiles" Cuba se mantiene comunista, enemistada con EEUU y con Fidel Castro retirado del poder pero único superviviente de los tres líderes que protagonizaron la arriesgada partida de los "Trece días".

Muchos cubanos recuerdan todavía hoy la tensión de un episodio que mantuvo sin aliento al mundo y que colocó a la isla caribeña y a su entonces joven revolución en el epicentro del complejo tablero de la Guerra Fría.

Cuba no ha realizado ni anunciado por el momento actos especiales con motivo de una efeméride que sí ha estado presente a lo largo de todo este año en Granma, el periódico oficial del Partido Comunista (único), con una serie de extensos y prolijos artículos semanales sobre los antecedentes y desarrollo de la crisis.

Su autor, Rubén G.Jiménez, teniente coronel cubano y fundador de las "Tropas Coheteriles", destaca en uno de ellos que en la isla no existió pánico durante esos dramáticos trece días y "a pesar de la alarmante situación y del peligro inminente en el país reinaban el orden y la tranquilidad".

"Al llamado de la Revolución el pueblo respondió con valentía, firmeza y dignidad. Nunca antes se había sentido el peligro de la agresión militar directa; sin embargo el país se preparó tranquilamente para enfrentar" el conflicto, escribe Jiménez.

Sin embargo, algunos cubanos consultados por Efe sí vivieron aquellos días con temor: "Para mí aquello fue horrible, escuchaba la radio y los comentarios de mi familia, sentí mucho miedo porque pensé que el mundo se iba a acabar", relata Olga Rivera, una jubilada habanera de 68 años.

"Yo recuerdo que estaba en la escuela primaria y que se decía que nos iban a invadir los americanos. No sabíamos lo que eran los misiles. En mi familia a los niños nos decían que en caso de un bombardeo nos escondiéramos debajo de una mesa", rememora Emma Reyes, una cubana de 60 años residente en España y que se encuentra estos días de visita en Cuba.

Otros como Miriam Hernández, artista independiente de 67 años, han sido conscientes de la gravedad del momento con el paso del tiempo: "Lo viví espontáneamente como los jóvenes que éramos. Tenía solo 17 años. Pasamos noches sin dormir haciendo guardias (...). Lo hacíamos por patriotismo, pero sin tener suficiente visión para valorar la trascendencia y seriedad de aquella circunstancia".

"Ahora tengo conciencia del peligro que corrió el país y el mundo en aquel momento", añade Miriam.

El propio Fidel Castro, que en agosto cumplió 86 años, rememoró a primeros de 2012 "los acontecimientos que pusieron al mundo al borde de una guerra nuclear", en un artículo donde se mostró convencido que "ninguna de sus partes y ni la propia humanidad habría podido sobrevivir".

"Nos tocó vivir la de octubre de 1962 y sabemos lo cerca que estuvo el mundo de la catástrofe. Ahora será peor: hay bombas de varios megatones y mucho más precisas", advirtió Castro el pasado marzo en un acto con supervivientes japoneses de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

Y es que en los últimos años la amenaza de una guerra nuclear se ha convertido en una de las obsesiones del hombre que aceptó la instalación de misiles soviéticos en su país para poner en jaque a Estados Unidos.

De aquella peligrosa partida el peor parado, según el propio Castro, fue el presidente soviético: "aquellos acontecimientos sin duda costaron el cargo a Nikita Jruschov que subestimó al adversario, desoyó criterios y no consultó su decisión final con los que estábamos en primera línea".

La "crisis de los misiles" tuvo lugar en octubre de 1962 cuando EEUU descubrió que la desaparecida URSS había instalado en Cuba 42 misiles con ojivas nucleares apuntando a su territorio.

En mayo de ese año los gobiernos de Moscú y La Habana habían suscrito un acuerdo de colaboración militar que incluía la instalación de los cohetes para defender a la isla de una invasión norteamericana y fortalecer las posiciones del socialismo en el mundo, de acuerdo a la versión cubana.

Aunque Fidel Castro propuso dar publicidad a esas decisiones, la dirección soviética no lo aceptó y la operación se mantuvo en secreto lo que, según medios oficiales cubanos, "sirvió de pretexto a Kennedy (John F., entonces presidente de EEUU ) para desencadenar la crisis".

La situación provocó el enfrentamiento más grave entre Moscú y Washington y estuvo a punto de desembocar en una guerra, superada tras trece días de alta tensión política y militar por un acuerdo entre Kennedy y Jruschov.

El líder soviético retiró los 42 cohetes de alcance medio de la isla y Estados Unidos hizo lo mismo con 56 misiles situados en Irán y Turquía, cercanos a la frontera sur de la URSS.

Historiadores y biógrafos refieren que Fidel Castro montó en cólera cuando conoció el acuerdo entre las dos superpotencias, al que respondió con una propuesta de cinco puntos que incluían la retirada norteamericana de la base naval de Guantánamo, el cese del bloqueo económico y las garantías de que EEUU no atacaría a Cuba, pero Moscú y Washington la ignoraron.

"Con Castro, Jruschov y Kennedy, el capricho de la historia reunió en el escenario mundial a tres jugadores de póquer de la política, cada uno decidido por su cuenta a apurar al máximo el margen de riesgo que creía tener calculado" hasta que los demás abandonaran su juego, escribe el alemán Volker Skierka, en "Fidel", una biografía del líder cubano.

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