Mediante esta decisión, Sessions pretende "asegurar una transición uniforme" a la administración Trump, ha informado en un comunicado la portavoz Sarah Isgur Flores.
"Hasta que los nuevos sean confirmados, los fiscales de carrera continuarán con el gran trabajo que desempeñan en las fiscalías estadounidenses; investigando, persiguiendo y disuadiendo a los delincuentes más violentos", ha añadido el texto.
La orden afecta a 46 fiscales estadounidenses, mientras que otros 47 ya habían presentado su dimisión. En total, son 93 los fiscales federales en lo más alto del sistema judicial norteamericano.
Si bien es habitual que los nuevos gobiernos precipiten la marcha de los fiscales designados políticamente, esta decisión llega el mismo día en el que el secretario de la Casa Blanca, Sean Spicer, ha señalado un "estado profundo" de burócratas que está tratando de dañar la agenda del presidente, Donald Trump.
Según Spicer, no resulta una sorpresa que "haya gente que se haya refugiado durante ocho años en un Gobierno y que crea en esa agenda e intente perpetuarla".
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