La investidura de los incapaces

  • Su obligación era conseguir un Gobierno para España, pero sus intereses particulares, lo hacen imposible.

    Lo que en otros países es normal, aquí parece toda una utopía.

Rajoy a Sánchez: "Ha puesto las instituciones al servicio de su supervivencia y eso es corrupción"
Rajoy a Sánchez: "Ha puesto las instituciones al servicio de su supervivencia y eso es corrupción"
EUROPA PRESS
J.L.García Guerrero

La investidura de los incapaces. Ese es el titular que han dejado, para perplejidad de muchos, lo que no ha sido más que una farsa de investidura en la que cada uno de los líderes políticos ha mirado por sus intereses y han puesto por encima sus siglas al país. No ocurre lo mismo en Europa. En 12 de los 27 países han llegado acuerdos entre izquierda y derecha: Alemania, Austria, Holanda, Italia, Bulgaria, República Checa, Estonia, Grecia, Irlanda, Letonia, Lituania y Suecia lo han logrado. ¿Por qué nuestros políticos no son capaces de tender puentes sino solo de volarlos? ¿Es un gen o el reflejo de la sociedad española? 

El primero Rajoy, al no ser capaz de dialogar con nadie y repetir hasta la extenuación una obviedad: que ganó las elecciones pero sin mayoría suficiente para lograr gobernar. ¿Hizo algo al respecto? No es que no lo haya hecho es que en sus intervenciones, brillantes, no ha asumido ningún error, no ha tendido la mano, y ha atacado sin piedad aunque con ironía al que debería ser un aliado: Sánchez. Al final es difícil pactar con alguien del que piensas que es ruin y sectario. El presidente no se ha comportado como tal y ha puesto en una situación incómoda al propio Rey. Ha pensado más en unas nuevas elecciones que en un pacto que solo creía posible entre Podemos y el PSOE.

Ha vuelto a demostrar que es un gran parlamentario y un mal político, peor candidato que gobernante. Y un hombre en el que se combinan la pereza, la soberbia a ratos y la incapacidad para hacer política con mayúsculas. Más gestor que inspirador. Le ha sobrado pensar que irse no era un gesto de grandeza hacia el país y su partido. Lo era... y lo sigue siendo. 

El segundo, el propio Sánchez, que no ha sido capaz de dialogar con un partido que ha obtenido más de siete millones de votos. No, no y no, ha dicho el líder del PSOE de forma constante a Rajoy y no solo a él, sino al PP. Y a sus votantes. Aun con el peor resultado de su historia, Sánchez ha creído que él era la encarnación del cambio que deseaban los españoles. Las encuestas dicen que lo que quieren esos votantes es una gran coalición. Sánchez la ha desdeñado, ha descalificado a Rajoy y ha ninguneado a Podemos (negociando a dos bandas sabiendo que solo el PP y Podemos eran suficientes para ganar). El líder del PSOE, y en eso no le falta razón a Rajoy, ha usado la investidura para fortalecer su liderazgo interno o tal vez para camuflar un futuro pacto, ya sea con Podemos o para hacer pasar como inevitable una gran coalición: para justificarse.

El tercero, Rivera, ha acabado clavando un cuchillo tras otro sobre el líder del PP y dificultando unos puentes que antes parecían más claros. Nadie sabe si Rivera ha querido mostrar a su partido como la bisagra necesaria del futuro o si quiere sustituir al PP en el centro derecha. Lo que parece claro es que, aunque ha sumado puntos en esta investidura, primero dijo que se abstendría en cualquier caso, luego que votaría siempre a la lista más votada y ha acabado pactando con el PSOE sabiendo que la investidura es imposible. ¿Para qué? Rivera ha sido también especialmente duro con Podemos, al que ha puesto de ejemplo el PCE de la Transición. Parece que la campaña le ha servido de lección. 

El cuarto Pablo, que ha demostrado que el talante y el respeto a la libertad y al adversario no se aprende en la facultad. Y en el Congreso ha demostrado su verdadera cara. Todo es marketing. Un beso sirve para vender el acuerdo del beso. Y un speech del Club de la Comedia para decir que rebaja una tensión que él mismo se ha encargado días antes de poner sobre la mesa el guerracivilismo. Eso sí, mucha crítica y acidez para tender de nuevo la mano al PSOE en busca del asalto al poder. Atrévase al pacto del beso, Sánchez, solo quedamos usted y yo.

Ese es el resumen de unos políticos que hoy han vuelto a suspender en su deber que era formar gobierno. El espectáculo que algunos han dado en el Congreso ha sido entre grotesco y esperpéntico. 

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