Cubanos, de súbditos de los Castro a ciudadanos

  • Pasado ya el 80 cumpleaños del presidente Raúl, algunos medios e intelectuales cubanos empiezan a pensar en un futuro sin el linaje de los Castro. Desde varias plataformas sociales se está presionando al Gobierno para que el proceso de reformasya iniciado no muera cuando lo hagan los hermanos.
Granma
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Nick Miroff , La Habana (Cuba) | GlobalPost

Puede que los líderes comunistas de Cuba hayan modificado los principios de la economía estatal de mercado de la isla en los últimos años, pero los fundamentos de su sistema de partido único político no han variado y siguen grabados a fuego.

Legislar vía decreto. A los medios de comunicación estatales. La planificación centralizada a cargo de los ancianos veteranos de la Revolución Cubana de 1959 de Fidel Castro.

Sin embargo, en los espacios menos visibles y más recónditos de la sociedad civil cubana existe - en particular en la iglesia católica de la isla y entre ciertos escritores e intelectuales - un poderoso conjunto de ideas que está tomando cada vez más forma y que pretende transformar la relación entre los cubanos de a pie y el sistema político que ha gobernado aquí durante más de 50 años.

En el núcleo se haya la exigencia de una denominada "re-fundación de la ciudadanía" que insiste en que los cubanos deberían ser "ciudadanos" del sistema socialista de la isla, y no sus súbditos.

Ese fue el mensaje de un importante editorial que apareció recientemente en la revista de la Iglesia católica "Espacio Laical" que desafía a los líderes del Partido Comunista para que impulsen cambios profundos y significativos en la próxima conferencia que celebrará la poderosa organización a finales de enero.

La revista y otros que dan toques de atención sutiles para que se hagan aquí reformas democráticas  - a diferencia de los enfrentamientos directos de los disidentes cubanos - hablan a menudo de la necesidad de una mayor "participación", o de la idea de que los cubanos merecen más derechos para poder decir lo que piensan y tener un gobierno que responda a sus necesidades y a  las críticas.

En ese sentido, la "participación" es en parte un eufemismo de la "democracia", en el que reta a los dirigentes de la isla a compartir el poder y la toma de decisiones, en lugar de dictar desde arriba.

"Es esencial que todos los cubanos puedan participar - y quieren hacerlo - en la elaboración de propuestas de cambio a nivel nacional, en el debate sobre los cambios, en la aprobación de aquellos que sean elegidos por consenso y en la ejecución de las políticas que los implementen", decía el editorial de este mes en el Espacio Laical.

La revista continuó criticando el programa del Partido Comunista que ha estado circulando antes de la conferencia, tildándolo como "atrapado en dogmas fallidos" y "atado a una relación de arriba hacia abajo con la sociedad".

"En Cuba, cualquier reforma que aspira a lograr un cambio trascendental requiere de innovación política, empezando por el Partido Comunista, la organización encargada de liderar los cambios que necesitamos", instaba el editorial.

Pocos países en el mundo están tan regulados como Cuba. Su estructura jerárquica, encabezada por el Partido Comunista, se repite a lo largo de otras instituciones gubernamentales y de entidades, desde las empresas estatales donde los jefes ejercen una autoridad suprema hasta las instituciones culturales como el Ballet Nacional, que ha tenido la misma directora - Alicia Alonso- durante más de cinco décadas.

Desde que sucedió a su hermano en 2006, el presidente Raul Castro ha alentado una mayor participación ciudadana en varios discursos importantes, pero ha mantenido intacto el proceso centralizado de toma de decisiones del país.

Castro ha alentado a los cubanos a expresar sus quejas en las reuniones de trabajo y en el vecindario, encargando a las autoridades locales que reúnan y recaben la opinión de los residentes y las críticas. Estas "consultas" fueron citadas después como la fuerza impulsora detrás de las nuevas reformas permitiendo a los cubanos abrir pequeños negocios, comprar y vender automóviles y viviendas, y otras medidas de liberalización.

Luego están las cartas al editor que aparecen cada viernes en el diario Granma del Partido Comunista, en las que los cubanos escriben propuestas y quejas acerca de las entidades estatales como el sistema de autobuses o la compañía eléctrica. Aunque algunas de estas cartas piden francamente obtener más libertades económicas, no desafían de forma  explícita a los líderes del país o a su sistema socialista, que el Gobierno ha calificado de "irrevocable".

La pregunta, en realidad, es cómo debería funcionar el sistema socialista de Cuba, y otros escritores cubanos y figuras de la clase dirigente, desde el trovador Silvio Rodríguez, que es un auténtico icono, hasta el fundador del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, Alfredo Guevara, han insistido en la urgencia cada vez mayor de que el país debe permitir a sus ciudadanos una mayor participación en la conformación del futuro de la isla.

Al fin y al cabo, Raúl Castro tiene 80 años, mientras que su hermano Fidel tiene 85 años y claramente se retiró de cualquier tipo de papel ejecutivo en los asuntos de Cuba.

Quien asuma el liderazgo aquí en el futuro probablemente tendrá que ganarse el favor del público mediante la ejecución de un gobierno que sea mucho más sensible a las necesidades de los cubanos y a las frustraciones, pero también debe estar dispuesto a permitir que más gente (especialmente los jóvenes cubanos)- tengan una influencia.

De ahí la reivindicación de un renacimiento de la "ciudadanía".

Como estudioso cubano jurídico y político, Julio César Guanche, escribe: "La política revolucionaria que Cuba necesita en el siglo XXI incluye el pluralismo político, la independencia personal y una marca de la diversidad de la civilización - Diversidad en la manera en que vivimos nuestras vidas, pasamos nuestro tiempo, y se practica la política - con el fin de entregar a los hombres y mujeres una nueva tierra prometida: la ciudadanía".

Los editores de Espacio Laical también están presionando a los líderes de Cuba para mantener vivo el proceso de reformas en movimiento, mientras los Castro todavía sigan vivos. "No sería conveniente contener las esperanzas de cambios importantes y dejar transcurrir más tiempo, para que otros, más adelante, sean los que tengan que llevarlos a cabo", escribieron.

 

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