Corbyn defiende la unidad pero aviva las divisiones entre laboristas británicos

Reelegido al frente del principal partido de la oposición británica, el radical Jeremy Corbyn promete unir a los laboristas pero su intención de dar más poder a las bases podría producir el efecto contrario.

El dirigente del partido Laborista consideró el domingo que el debate sobre su legitimidad estaba cerrado tras haber recabado el 61,8% de los votos de los militantes en la consulta del sábado, dos puntos por encima de los conseguidos en 2015.

Pero varios diputados laboristas, reacios al pasado izquierdista de su líder, lamentaron que el partido, fundado en 1900, esté " más dividido que nunca" en momentos en que el país avanza hacia el incierto camino del Brexit.

"Tiendo la mano a todos los diputados", subrayó Corbyn durante el programa de política de referencia de la BBC. Aún así, su programa de armisticio plantea unas condiciones que podrían acabar marginando todavía más a sus parlamentarios.

"Quiero dar más poder a los miembros y a los simpatizantes. La gente tiene sed de cambio. Quiere que hagamos las cosas de otra manera", agregó.

Los diputados, un 80% de los cuales votó en junio una moción de confianza contra Corbyn, quieren ser ellos, y no únicamente el líder del partido, quienes elijan a los miembros del "gabinete fantasma", una suerte de gobierno virtual formado por los pesos pesados de la oposición.

El sábado por la noche ya se reunieron con su líder para negociar en este sentido. Pero las primeras señales enviadas por Corbyn no son muy alentadoras.

"Quiero un partido más abierto y más democrático", recalcó el jefe de los laboristas, que defiende que los militantes -es decir, aquellos que lo han confirmado en su puesto- participen en los procesos de selección.

John McDonnell, principal aliado de Corbyn, estima que la formación podría superar en un año la barrera del millón de afiliados (en la actualidad tiene casi 600.000).

Los díscolos con Corbyn consideran que muchos de estos nuevos miembros proceden de la extrema izquierda para inundar el partido y transformarlo en un movimiento social parecido al de Podemos en España.

Denunciando una "causa perdida", Parry Mitchell, un eminente Lord, devolvió su carné del partido el domingo.

"Jeremy no tiene las cualidades de un líder. Su pequeño grupo piensa que él es un mesías, pero nunca se convertirá en primer ministro de este país", lanzó, mientras que un sondeo de ComRes indica que sólo el 16% cree que los laboristas ganarán en las legislativas de 2020 con Jeremy Corbyn al mando.

La voluntad del líder pacifista de apoyarse en las bases deja al partido "más dividido que nunca", lamentó la exresponsable de Educación en el gabinete fantasma, Lucy Powell.

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, advirtió en el diario Sunday Times que el partido Laborsita está "en peligro de muerte".

Y mientras tanto, tanto los conservadores y derechistas como el partido antiinmigración UKIP, se frotan las manos. Diane James, dirigente del UKIP, declaró que, con la reelección de Corbyn, su formación estaba "perfectamente situada para convertirse en el próximo partido de la oposición".

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