Helen Clark, la mujer con voluntad de hierro que aspira a dirigir la ONU

Helen Clark, la exprimera ministra de Nueva Zelanda que aspira a suceder a Ban Ki-moon a la cabeza de la ONU, es conocida en su país como una dirigente con determinación sin límites y voluntad de hierro.

Clark, de 66 años, que el lunes anunció su candidatura al puesto de secretaria general tras meses de especulaciones, dirigió el gobierno neozelandés de centroizquierda durante tres mandatos sucesivos, entre 1999 y 2008.

Luego fue nombrada directora del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), una de las principales agencias especializadas de la ONU, convirtiéndose en la mujer con el cargo más elevado dentro de la organización internacional.

"Es la persona mejor situada para este trabajo", comentó el primer ministro John Key, que sucedió a Clark a la cabeza del ejecutivo neozelandés. "No es solo el tiempo que pasó como primera ministra, ha dedicado toda su vida a la política exterior", recordó.

Nacida en una conservadora familia de agricultores de la Isla del Norte, entró en política a raíz de las protestas contra la guerra de Vietnam y con el movimiento de oposición a la celebración de torneos de rugby en la Sudáfrica del apartheid.

Clark entró en el parlamento en 1981 y se convirtió en primera ministra adjunta en 1989, en el momento de la implosión del gobierno laborista tras varias reformas económicas controvertidas.

Los laboristas fueron derrotados en 1990 y en 1993 Clark se convirtió en líder del partido, entonces en la oposición, desmoralizado y dividido por las querellas ideológicas.

Su popularidad se situaba en el 2%, pero Clark se negó a dimitir a pesar de los llamados en ese sentido por parte de pesos pesados del partido. Su tenacidad se vio recompensada en 1999, cuando se convirtió en jefa del gobierno neozelandés.

Inicialmente su mandato fue calificado de "Helengrad" debido al férreo control que ejercía sobre su ejecutivo pero con el tiempo se volvió más moderada y pragmática. También hizo gala en esa época de su espíritu de independencia frente a Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia, al negarse a enviar tropas a Irak.

Fortalecida por el apoyo de la opinión pública, logró mantener el estatuto de Nueva Zelanda de estado no nuclear, vigente desde 1984, a pesar de las tensiones con Washington.

Clark asegura que Nelson Mandela es su mayor fuente de inspiración y que mudarse de Wellington a Nueva York, desde donde dirige el Pnud, no ha cambiado su estilo de gobierno, "proactivo y buscando la unión".

Andrew Little, su sucesor en el partido laborista, la considera más que capaz de dirigir la ONU y alaba su "voluntad de hierro" así como sus "capacidades formidables". "Es una pionera, siempre lo ha sido", asegura.

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