Islandia a las urnas para cerrar el capítulo de la crisis y los papeles de Panamá

Determinados a pasar la página de la crisis financiera de 2008 y de los papeles de Panamá, los islandeses votan este sábado en unas legislativas anticipadas que podrían llevar a la izquierda al poder con la ayuda del Partido Pirata.

Los colegios electorales abren a las 09H00 locales (09H00 GMT) y cierran a las 22H00.

Si, como prevén los sondeos, la coalición gubernamental de derechas saliente es derrotada, Islandia conocerá un tercer cambio de tendencia política desde 2009, pues los electores han apostado por la alternancia desde entonces.

La pequeña isla volcánica de los confines del Ártico pasaría a ser gobernada por una mayoría de centroizquierda por segunda vez desde que se proclamara la República en 1944, tras el paréntesis de 2009-2013.

El Partido Pirata, que en los sondeos empata con el Partido de la Independencia (derecha saliente) y la Izquierda-Verdes pueden por primera vez ser decisivos en la formación del gobierno.

El Partido Pirata, dirigido por una exportavoz de WikiLeaks, Birgitta Jonsdottir, firmó un acuerdo preelectoral con tres partidos de la oposición, de izquierdas y de centro (Izquierda-Verdes, socialdemócratas y Futuro Brillante), para formar una coalición de gobierno.

"Estos partidos pueden cooperar muy bien, tienen muchos puntos en común. Será una opción gubernamental perfectamente viable", señaló la presidenta de la Izquierda-Verdes, Katrin Jakobsdottir, futurible primera ministra.

Juntos, podrían llegar a recabar más del 50% de los votos, según los últimos sondeos, que también dan cuenta de una alta proporción de indecisos.

La alianza supone en sí misma una ruptura con la costumbre tradicional de Islandia, donde los partidos suelen presentarse en solitario sin precisar con quién gobernarán.

Birgir Armannsson, diputada del Partido de la Independencia quien, junto con el Partido del Progreso (centroderecha), gobernaba desde 2013, no dudaba de que las urnas castigarían al ejecutivo saliente, habida cuenta del "sentimiento anti-establishment" que prevalece en Islandia.

Este rechazo a los partidos tradicionales surge de la crisis financiera de 2008 y del escándalo de los papeles de Panamá que salpicó en abril al primer ministro Sigmundur David Gunnlaugsson (Partido del Progreso), cuyo nombre figuraba en una lista de 600 islandeses con cuentas offshore.

Pese a su dimisión y a la implicación de varios ministros en el escándalo, el gabinete de centroderecha se mantuvo en el poder con una reestructuración superficial y la promesa de convocar elecciones medio año antes del fin del mandato, previsto para la primavera de 2017.

Temiendo la derrota, el gobierno descartó convocar elecciones inmediatamente, pues los Piratas contaban entonces con el 43% de las intenciones de voto. Desde entonces, su cota ha bajado, aunque algunos sondeos de opinión los sitúan en cabeza, con casi el 23%.

Y aunque el país, de 332.000 habitantes, haya vuelto a la senda del crecimiento económico (que se espera que sea superior al 4% este año), gracias al turismo y al reajuste de su sistema financiero, los islandeses -principalmente, los jóvenes-, siguen desconfiando de sus élites.

"Desde la crisis, Islandia se ha recuperado extremadamente bien económicamente", destacó Olafur Hurdarson, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Islandia. "Pero, desde el punto de vista político, moral y social, sigue retrasada" y los electores exigen un cambio, según él.

Un cambio que los Piratas prometen traer, con referendos de iniciativas populares, consulta a los islandeses sobre una reactivación del proceso de adhesión a la Unión Europea, aumento de los impuestos a grandes empresas de pesca o más transparencia.

Creado en 2012, el Partido Pirata se compara de buen grado con otros partidos contestatarios y precursores de la democracia directa, como Podemos (España) el griego Syriza.

Como ellos, el Partido Pirata adolece de fricciones internas por su programa o las formas de gobierno.

"Hemos estudiado los errores de Syriza y Podemos [...], sobre todo, creo que es importante tener un gobierno que funcione para avanzar", subrayó Birgitta Jonsdottir, quien podría convertirse en la futura presidenta del Parlamento.

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