Ortega celebra 37º aniversario de la revolución junto a su aliado Maduro

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, celebró este martes junto a su aliado venezolano Nicolás Maduro el 37 aniversario de la revolución empeñado en conquistar un tercer mandato sucesivo con el apoyo de nuevas generaciones sandinistas y una provechosa alianza con los empresarios.

Ortega mostró con un multitudinario acto el músculo político del gobernante Frente Sandinista (FSLN, izquierda) de cara a los comicios del 6 de noviembre, en los que busca ser reelegido ante una oposición diezmada por intrigas internas.

"El FSLN nació del pueblo y está en el pueblo", enfatizó Ortega ante miles de seguidores en la plaza La Fe, en Managua.

El acto conmemoró el 19 de julio de 1979, cuando la entonces guerrilla sandinista encabezó una insurrección popular que depuso a la dictadura de Anastasio Somoza.

Durante la celebración, Ortega recibió el fuerte apoyo de Maduro, del presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, y del vicepresidente cubano, Miguel Díaz-Canel.

Todos coincidieron en denunciar la existencia de un plan del imperialismo para destruir a los gobiernos de izquierda de América Latina, como ocurrió en Brasil y que ahora dijeron apunta a Venezuela, Ecuador, Bolivia y El Salvador.

Hay una "agresión del imperio contra nuestra patria, una verdadera obsesión fatal con la Revolución Bolivariana", afirmó Maduro, en cuyo país la oposición pide convocar a un referendo revocatorio de su mandato en medio de una grave crisis económica.

"El imperialismo ha lanzado una ofensiva contra los gobiernos de izquierda en Latinoamérica con el objetivo" de destruirlos, advirtió el vicepresidente cubano.

"Como región debemos mostrar firmeza" ante "la nueva contraofensiva neoliberal de la derecha continental", dijo por su lado Sánchez Cerén.

Ortega gobernó por primera vez tras la Revolución Sandinista, de 1979 a 1990, en medio de un conflicto armado con los 'contras', armados y financiados por Washington, que dejó miles de muertos.

En 2007 regresó al poder con una buena relación con Estados Unidos, principalmente comercial, y se enfocó en los problemas económicos de uno de los países más pobres del hemisferio.

En junio pasado, Ortega fue ungido por su partido, por séptima vez en su carrera política, como candidato a la presidencia.

Su plan de reelección fue allanado hace dos años por una cuestionada reforma constitucional que eliminó la prohibición a la reelección presidencial sucesiva, que estaba vigente desde 1995.

De manera paralela, el mandatario afianzó en los últimos 10 años el control de su partido sobre el aparato estatal, incluido el organismo electoral, la policía y el ejército, con iniciativas avaladas por el Congreso de mayoría sandinista.

La justicia dictó en junio un polémico fallo que alteró el mando del principal partido opositor, el derechista PLI, excluyéndolo de los comicios.

Sin rivales fuertes, Ortega lograr su reelección, mientras los obispos y sectores empresarios temen que se instaure un régimen unipartidista.

Según una encuesta de M&R de junio, al 81,7% de los nicaragüenses "le agrada" el mandatario, un exguerrillero de 70 años que tiene su mayor apoyo entre jóvenes de 16 a 34 años.

La mayoría de combatientes y dirigentes del FSLN que encabezaron la insurrección popular contra Somoza han sido alejados o apartados del círculo del mandatario.

Según la exintegrante de la dirección sandinista Dora Téllez, "Ortega ha traicionado la sangre de los caídos, vendido los ideales por los que lucharon miles de combatientes" y se ha "enriquecido" en el poder.

En su discurso, Ortega arremetió contra los disidentes sandinistas, a los que acusó de "congraciarse con la burguesía" y caminar "del brazo con la derecha".

Después de la derrota electoral del FSLN en 1990, "muchos de los compañeros que nos acompañaron en esos momentos difíciles decidieron tomar otro rumbo y empezaron a criticar al FSLN", porque cuando el barco se está hundiendo "salen las ratas", recriminó Ortega.

Ahora, el mandatario avanza en un modelo de gobierno que define como "cristiano, socialista y solidario", de la mano de su esposa Rosario Murillo y el respaldo de una nueva generación de sandinistas.

Ese modelo ha sido apoyado hasta ahora por el sector empresarial en el marco de un consenso sobre temas económicos.

Los más de 4.400 millones de dólares que Venezuela facilitó al gobierno de Ortega en cooperación petrolera e inversiones entre 2008 y 2015, contribuyeron a financiar programas contra la pobreza, como Hambre Cero.

Pero los bajos precios del crudo y la crisis económica que afronta el gobierno de Nicolás Maduro, han reducido a la mitad el flujo de la cooperación venezolana.

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