Waldir Maranhao, el último protagonista de la novela del impeachment en Brasil

"Van a sorprenderse conmigo", avisó el viernes el nuevo presidente interino de la Cámara de Diputados de Brasil. Y Waldir Maranhao anuló este lunes de un plumazo la votación de hace tres semanas favorable a la destitutución de la presidenta Dilma Rousseff.

Este diputado corpulento y de espeso bigote negro adquirió una notoriedad fulgurante e inscribió su apellido, el mismo que el de su estado del noreste del país, en los créditos de la rocambolesca novela del proceso de impeachment a la mandataria, anulando la votación masiva del 17 de abril, donde los diputados se mostraron por amplia mayoría a favor del abrirle un juicio político.

Este veterinario de 60 años viajó a Brasilia el domingo junto al gobernador de Maranhao, Flavio Dino, político cercano a Rousseff. Después cenó con José Eduardo Cardozo, abogado general del Estado y, desde su cargo, defensor principal de la presidenta.

Este inesperado giro estaba tan fuera de los radares que incluso tomó desprevenido al presidente suspendido de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, aliado de Maranhao y quien le había conducido a la vicepresidencia en febrero de 2015.

Arquitecto del proceso de destitución contra Rousseff, la justicia suspendió el jueves a Cunha por obstruir las investigaciones que lo involucran en el escándalo de corrupción en Petrobras.

Fue entonces cuando su sustituto asumió su nuevo cargo de forma poco común. Manifiestamente sorprendido tras conocer la decisión de la Corte Suprema, Maranhao cortó la sesión de debates y apagó inmediatamente los micrófonos de la cámara, sin dar explicaciones, para refugiarse en su despacho.

Y cuando sus colegas quisieron saber cuáles eran sus intenciones en el nuevo puesto, les respondió que quería "hablar dos o tres minutos con Dios".

Durante una reunión el viernes con los principales líderes parlamentarios, pidió si era posible establecer un orden del día "ligero" para las sesiones de los próximos días, arrancando risas burlonas de los participantes.

"No podemos tener un presidente de la Cámara como Waldir Maranhao", afirmó a la prensa uno de los jefes de la oposición, el diputado Pauderney Avelino (DEM, derecha). "Precisamos un presidente que tenga la estatura para afrontar los grandes combates que llegan".

Otros diputados le juzgaban muy limitado intelectualmente, e incluso uno de ellos recordó la única vez que Maranhao tuvo que dirigir una sesión y acabó en un "desastre".

"Van a sorprenderse conmigo", lanzó entonces y ha cumplido su palabra.

Técnicamente, Maranhao estimó que los derechos de la defensa de Rousseff no fueron respetados durante la votación de los diputados, al tiempo que los legisladores habían sufrido presiones por parte de sus partidos para orientar sus decisiones.

Políticamente, la medida cuestionaba la mecánica institucional, a 48 horas de que el Senado se reúna el miércoles en pleno para realizar su votación.

Pero el presidente de la cámara alta, Renan Calheiros, decidió horas después mantener la sesión como estaba prevista, donde según los sondeos previos se decidirá la apertura del juicio político a Rousseff por maquillaje de las cuentas públicas.

En ese caso, la mandataria sería apartada del cargo durante un máximo de 180 días para preparar su defensa antes del proceso final, de nuevo ante el Senado. En ese periodo asumiría su vicepresidente, y ahora máximo enemigo, Michel Temer.

El 17 de abril, sin embargo, Maranhao fue uno de los pocos diputados de la oposición en pronunciarse contra la destitución de Rousseff. En su propia formación, el Partido Popular (PP, derecha), 38 de los 45 diputados votaron a favor del impeachment.

Pero Maranhao fue capaz de combinar en su alegato el "no" a la apertura del juicio a la presidenta con una declaración pública de lealtad a Cunha, otro de los rivales jurados de Rousseff.

Una lealtad de la que ya había dado pruebas en abril, cuando restringió el alcance de la investigación de la Comisión de Ética de la cámara baja que investiga la implicación de Cunha en el fraude a Petrobras, el gigantesco escándalo de corrupción que ha manchado a la élite política y empresarial de Brasil.

Incluido al propio Maranhao, quien según las investigaciones habría formado parte supuestamente de un grupo de legisladores del PP que recibió entre 30.000 y 150.000 reales mensuales (entre 8.500 y 42.500 dólares) procedentes de la petrolera estatal.

La espada de Damocles de una suspensión planea igualmente sobre su cabeza.

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