Un año después de apertura a refugiados, Merkel afronta el ascenso de la derecha populista

Un año después de que Alemania decidiera acoger masivamente a refugiados, dos elecciones regionales podrían marcar un avance de la derecha populista, una bofetada electoral para Angela Merkel.

Mecklemburgo-Pomerania Occidental (noreste), la circunscripción de Merkel, irá a las urnas el domingo para renovar el Parlamento regional.

Este comicio coincide con el primer aniversario de la decisión de Alemania y Austria, el 4 de septiembre de 2015, de abrir sus fronteras a decenas de miles de migrantes bloqueados en Europa del Este.

La capital, Berlín, que tiene un estatuto de Estado-región, votará el 18 de septiembre para la asamblea local.

Tras la llegada de un millón de solicitantes de asilo y dos atentados reivindicados en julio por el grupo Estado Islámico, estas elecciones adelantan lo que le espera a la dirigente conservadora, a un año de las próximas legislativas.

Pese a la popularidad creciente de los populistas antiimigración de Alternativa para Alemania (AfD), Merkel asume la decisión que tomó en otoño del 2015, a la que califica de "deber humanitario".

Pero el entusiasmo del pueblo alemán, que en un primer momento acogía a los migrantes en las estaciones de tren, ha dado paso a una realidad contrastada: la de un país donde la movilización de voluntarios sigue siendo muy fuerte, pero donde paralelamente la inquietud ha ganado terreno.

Tanto en Europa como en Alemania son varias las voces que acusan a Merkel de haber provocado un efecto llamada que atraerá a más migrantes, desestabilizando a su país y a la UE.

Con la llegada de cientos de miles de hombres, mujeres y niños que huyen de la guerra y la pobreza, han aparecido "nuevos temores" en la primera economía europea, lo que ha provocado que el debate político dé "un giro hacia la derecha", explica a la AFP Gero Neugebauer, de la Universidad Libre de Berlín.

Los atentados de julio terminaron de poner a "la seguridad interior y a la lucha contra el terrorismo" como primera preocupación, según un sondeo de Deutschlandtrend publicado el viernes por el canal ARD.

La popularidad de Angela Merkel, que se mantenía pese a once años en el poder, se ha derrumbrado: 75% en abril de 2015, 45% en agosto de 2016.

Es por esto motivo, según la prensa, que Merkel ha pospuesto el anuncio de su candidatura para su reelección.

Aunque esté fragilizada, Merkel no tiene por el momento ningún rival de su talla. Pero si su partido (CDU) obtiene malos resultados en Mecklemburgo sería un golpe duro, puesto que se trata de su feudo electoral.

A nivel federal y local, el paisaje político ya ha cambiado, con la entrada en la mitad de los 16 parlamentos regionales de Alternativa para Alemania, que ha logrado implantarse como ningún otro partido de la derecha populista había logrado hacerlo desde la guerra.

Con los sondeos que le dan 14% en Berlín y hasta 23% en Mecklemburgo, la AfD influencia la línea de los grandes partidos, empujando a algunos dirigentes a endurecer sus discursos, incluyendo a algunos dentro de las filas socialdemócratas, aliados de Merkel y en caída libre en las encuestas de opinión.

El líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Sigmar Gabriel, estimó que la canciller había "subestimado" el alcance del desafío migratorio.

La AfD, que fue lanzada en 2013 siguiendo una línea antieuro, se ha adaptado a los temores del momento. En el otoño pasado adoptó un discurso antiinmigración, que tras el cierre de la ruta de los Balcanes se transformó en un programa antiislam.

El partido moviliza a los abstensionistas, pero también sustrae electores de todo el abanico político, de la izquierda radical de Die Linke a los neonazis, pasando por los liberales del FDP, según el instituto de investigación DIW.

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