Mandela y Otegi, pocos parecidos y muchas diferencias

    • CuandoMandela salió de la cárcel el 11 de febrero de 1990, a pesar de tener a la opinión internacional a su lado, se negó a hacer un solo reproche. Por el contrario, Otegi ha salido de prisión tal vez mejor peinado, pero con el mismo odio que se llevó tras las rejas y un único sueño: un sillón de poder.
    • Elperdónes la palabra que debería haberse tatuado Otegi en cada uno de los parches de su cuerpo, el perdón rogado por cada uno de los cerca de 900 asesinatos que han dejado marcado España para siglos.
Arnaldo Otegi abrazado al salir de la prisión de Logroño el 1 de marzo de 2016 (ANDER GILLENEA / AFP)
Arnaldo Otegi abrazado al salir de la prisión de Logroño el 1 de marzo de 2016 (ANDER GILLENEA / AFP)

El dirigente abertzale Arnaldo Otegi Mondragón (Elgoibar, 6 de julio de 1958) se ha empeñado en los últimos años en compararse, con ayuda de Sortu, con Nelson Rolihlahla Mandela (Transkei, Sudáfrica 1918), pero las comparaciones son odiosas cuando se baja a los detalles, ese espacio en el que está escondido el Diablo, según el conocido refrán anglosajón.

Otegi es hoy martes un terrorista que ha cumplido su pena de prisión y que nunca jamás ha hecho el mínimo esfuerzo para pedir perdón por haber seguido una utopía hasta la locura de arrebatar la vida de cientos de inocentes por mero egoismo. El veneno que ha podrido a parte de la sociedad vasca desde hace décadas, haciéndola indiferente al dolor, a la exclusión, a la mentira, y a la sangre ajena, se encarna como nadie en el individuo que abandona la cárcel creyéndose un profeta, un padre de una patria que no existe.

Nelson Mandela no fue ni un ángel, ni un modelo en todas sus acciones a lo largo de su vida. En 1948 el Partido Nacional llega al poder en Sudáfrica y la represión del Gobierno sobre los activistas a favor de los negros se recrudece. Activistas como Mandela pasan de la desobediencia civil a la resistencia armada que tiene como principal recurso el sabotaje. Mandela recibe adiestramiento de guerrillas y viaja por multitud de países para recabar apoyo económico.

El Gobierno sudafricano logra apresar a los líderes de la oposición, entre ellos a Mandela, que es condenado a cinco años de cárcel por la huelga general de 1961. Antes de que termine de cumplir condena es sentado de nuevo en el banquillo de los acusados donde se le culpa de sabotaje y de tratar de derrocar al Gobierno. La pena entonces es de cadena perpetua.

En los 27 años que Nelson Mandela estuvo preso, la opinión internacional cambió su veredicto respecto a Sudáfrica. Mandela, que había sido tachado de terrorista, recuperó su estatus de activista y el vergonzoso régimen del apartheid empezó a agonizar gracias al activismo de otros políticos carismáticos, como el del dirigente sueco Olof Palme.

Pero Otegi no pelea contra más que contra su propia mentira, que se ha creído a fuerza de repetirla una y otra vez. Avanzado el Siglo XXI los partidarios del tiro en la nuca que han hecho de su vida una alabanza constante a la muerte siguen sacando a relucir la Dictadura de Franco, la Brigada Político Social y hasta la ubicación de Portaventura para decir que son víctimas, mientras aún chorrea la sangre de sus manos.

La fealdad del mensaje abertzale, el odio sostenido en dos idiomas, la máscara de la violencia bajo la capa de la libertad han sido los mensajes que han hecho de Otegi un líder entre los cachorros de ETA.

Cuando Mandela salió de la cárcel el 11 de febrero de 1990, a pesar de tener a la opinión internacional a su lado, se negó a hacer un solo reproche. Por el contrario, Otegi ha salido de prisión tal vez mejor peinado, pero con el mismo odio que se llevó tras las rejas y un único sueño: un sillón de poder.

Mandela asumió su largo cautiverio como un sacrificio necesario y vivió sólo para el futuro, pensando en la paz y reconciliación, algo que hizo posible que en 1994, en las primeras elecciones en las que negros y blancos votaban en Sudáfrica, su país le diera la presidencia: "El perdón libera el alma, elimina el miedo. Por eso es una herramienta tan poderosa", dijo Mandela.

El perdón es la palabra que debería haberse tatuado Otegi en cada uno de los parches de su cuerpo, el perdón rogado por cada uno de los cerca de 900 asesinatos que han dejado marcado España para siglos, por el mero egoismo de unos pocos, empeñados en sentirse agraviados, pese a ser una de las tres comunidades autónomas con mayor Renta Per Cápita.

Corría el año 1977 cuando Otegi, con apenas 19 años, decidió ingresar en ETA político-militar, pero como lo suyo era la violencia cuando los PM se disolvieron, el líder abertzale se pasó a ETA militar en 1981.

La primera vez que su nombre llegó a oídos de la Policía fue cuando la etarra francesa Françoise Marhuenda (Diario 16. 26/03/1981. Páginas: 1. Párrafos: 23)lo implicó en el secuestro de Javier Rupérez. Otegi se libró debido a que el dirigente de la UCD no pudo reconocerlo en el juicio.

Al poco tuvo que volver a los juzgados, ya que fue juzgado por otro intento de secuestro en el mismo año, contra Gabriel Cisneros, que resultó herido en el asalto fallido. De nuevo Otegi se libró de una condena.

Finalmente el dirigente de la izquierda abertzale ingresó en la cárcel por primera vez en 1987, tras ser condenado a seis años de cárcel por participar en el secuestro de Luis Abaitua, responsable de Michelín en Vitoria-Gasteiz.

Según la sentencia, Otegi 'alias El Gordo' fue uno de los tres etarras que el 19 de febrero de 1979, al industrial en un vehículo robado desde Vitoria hasta el zulo donde ETA mantuvo al industrial durante 10 días antes de liberarlo. Quedó en libertad en 1990, tras cumplir la mitad de la condena.

- 21 de febrero de 1987: Condenado a seis años de prisión por el secuestro del director de Michelín en Vitoria, Luis Abaitua Palacios.

- 26 de marzo de 2005: Estuvo dos días en prisión preventiva acusado de un delito de pertenencia a banda armada. Salió de prisión tras depositar una fianza de 400.000 euros.

- 29 de marzo de 2006: Ingresa en prisión acusado de haber promovido más de un centenar de actos violentos durante la huelga celebrada en el País Vasco y Navarra. Salió en pocos días tras pagar una fianza de 250.000 euros.

- 8 de junio de 2007: Ingresa en prisión tras ser condenado a 15 meses de cárcel por enaltecimiento del terrorismo en un homenaje al histórico etarraJosé Miguel Beñarán, Argala, en diciembre de 2003. Estuvo tras las rejas14 meses.

- El 16 de septiembre de 2011 fue condenado por pertenencia a organización terrorista. Este martes 1 de marzo de 2016 sale de la cárcel tras cumplir seis años y medio entre rejas (entró en prisión en 2009 tras ser detenido).

Otegi llegó a ser el rostro más conocido de la izquierda abertzale por no haber nadie más para hacer de portavoz del brazo político de ETA, toda vez que se hizo notar en 1997 cuando toda la Mesa Nacional de HB fue encarcelada por ceder a ETA su espacio de propaganda electoral en televisión.

El etarra de tercera fila que nunca se arrepintió sacó la cabeza en el año 1998, llegando a ser la imagen de Batasuna durante la etapa del Pacto de Lizarra y la tregua de ETA. Ahora sus partidarios quieren convertirle en un príncipe de la paz, en un martir de una persecución judicial.

Llamar preso político a Otegi y escribir su nombre en la misma línea que el de Nelson Mandela es simplemente ceder a la estupidez, pero pensar que Otegi ha hecho algo por el final de ETA es simple y llanamente mentira.

ETA no mata porque no puede, porque las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han convertido en un infierno la existencia de sus miembros, desmantelando una y otra vez su cúpula, golpeando sus vías de financiación, destruyendo sus santuarios, desvelando la identidad de aquellos que se dedicaban a "fer la puta i la Ramoneta".

ETA no mata porque individuos que justifican el asesinato como Otegi han acabado con sus huesos en la cárcel, y tienen la seguridad de que si vuelven a intentar levantar la cabeza de la serpiente, el Estado de la gente de bien, de los ciudadanos normales, de quienes no vivimos en el odio, se la cortaremos una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Hasta que se pudra.

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