Rivas: "Vicente Ferrer llegó donde nadie, gastando sandalias"

  • Manuel Rivas, una de las voces más sobresalientes de la literatura gallega contemporánea, sigue la huella del "padre de los intocables" en "Vicente Ferrer. Rumbo a las estrellas, con dificultades", una obra que retrata a una figura que, "gastando sandalias", llegó donde nadie antes había puesto los pies.

Júlia Talarn

Barcelona, 30 nov.- Manuel Rivas, una de las voces más sobresalientes de la literatura gallega contemporánea, sigue la huella del "padre de los intocables" en "Vicente Ferrer. Rumbo a las estrellas, con dificultades", una obra que retrata a una figura que, "gastando sandalias", llegó donde nadie antes había puesto los pies.

En una entrevista con Efe, Rivas reflexiona sobre su último libro, publicado por RBA, que describe como "híbrido sinestésico", entre reportaje y ensayo, en una aproximación a esa India desconocida por el autor y escrito "con el hemisferio irracional y de las emociones".

Con un gran manejo del lenguaje y una gran ternura, el periodista y poeta gallego se aproxima a las historias de "los náufragos" -nombre que Ferrer dio a los habitantes de Anantapur- a través de los cuales va descubriendo la figura y personalidad del activista social.

"Poco a poco me di cuenta de que Ferrer fue un adelantado a su tiempo, un hombre en continua revolución", expone el autor, que asegura que emprendió el viaje hacia la "tierra olvidada", desprovisto de conocimiento alguno sobre el cooperante al que fue encontrando "a través de la huella que él dejó allí".

Según Rivas, Vicente Ferrer sigue siendo una figura desconocida "cuya vida no se puede entender sin ser consciente de su trayectoria", que hizo que un niño que cantaba en un coro de la iglesia se afiliara al POUM, "la izquierda más avanzada", se alistara a la Quinta del Biberón y estuviera preso en el campo de trabajo de Betanzos antes de hacerse jesuita.

Esta necesidad de "abrir paso" es la que le llevó, en la década de los cincuenta, a transformar la zona olvidada del distrito de Anantapur, destinada a convertirse en desierto, en "una zona de esperanza" en la que hoy en día se apuesta por el ecofeminismo y se invierte en educación y vivienda, un modelo, que según el autor, "deberíamos seguir aquí".

Después de visitar la región india y hablar con decenas de personas que estuvieron en contacto con Ferrer, Rivas sostiene que el paso del ex jesuita dejó una "estela infinita" en esa región que hoy se traduce en un "fuerte sentido de comunidad".

Es precisamente la idea de Ferrer de que "todos somos distintos pero que debemos vivir en condiciones de igualdad" lo que, según el escritor, ha impregnado más ese territorio en el que sus habitantes han dejado de ser los "náufragos" que el ex jesuita se encontró a su llegada.

La resonancia poética de las palabras de Rivas consigue que el lector se adentre en una India que conmueve por su integridad y una convulsa belleza de la pobreza presentada con suma dignidad y es que, tal y como explica Rivas citando a Pasolini, "nada es vulgar en la India".

"Ahora me siento más parte del 'Partido de la Humanidad"' responde convencido Rivas cuando se le pregunta por las resonancias que el viaje ha tenido en su vida, a lo que añade que le ha servido para afianzar la idea de que el mundo lo mueven las clases invisibles, subalternas, un estrato "mucho más interesante que el visible".

"Es que es muy importante la manera de andar, ¿sabes?", enfatiza el escritor: "Vicente Ferrer lo hacía con sandalias y por los caminos olvidados de la gente".

Esta imagen le ha servido a Rivas para contraponer la figura del activista social a la de los políticos, a quienes el escritor recomendaría "dejar las autopistas y los coches con vidrios ahumados" y, como Ferrer, "desgastar las sandalias por los senderos humanos". EFE

jtr/hm

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