El 86% de los refugiados del campamento de Dadaab están en contra de su repatriación a Somalia

EUROPA PRESS

Las autoridades kenianas anunciaron a finales de mayo que cerraría el campamento, iniciando en junio un proceso de salidas "voluntarias" del campamento.

Los residentes, que no tienen permitido abandonar el campamento para viajar o trabajar, viven en condiciones de hacinamiento y tienen que hacer grandes colas para conseguir agua y alimentos.

Sin embargo, un informe publicado por la organización no gubernamental Médicos Sin Fronteras (MSF) recoge que la inmensa mayoría de los cerca de 261.000 refugiados del campamento, el más grande del mundo, no quieren volver a su país.

"Las condiciones en el campamento no son prometedoras, pero aun así son el cielo en comparación con volver a Somalia", ha dicho uno de los refugiados, según ha recogido el diario británico 'The Independent'.

La principal preocupación de los refugiados es la seguridad, ya que casi el 97,5 por ciento ha dicho que el riesgo de reclutamiento forzoso es alto, una cifra similar al 97 por ciento de ser víctimas de violencia sexual.

Así, el 80 por ciento de los encuestados ha dicho que Somalia es un país "muy inseguro", por el 96 por ciento que considera que Dadaab es "muy seguro", a pesar de las malas condiciones.

En este sentido, un líder comunitario del campamento ha recalcado que "Somalia no está ahora en posición de cuidar de sí mismo, por lo que trasladar a los refugiados implica exponerles a un peligro inminente".

Por su parte, MSF ha dicho que se opone "firmemente" a la decisión de Kenia, asegurando que "cientos de miles de vidas serán puestas en riesgo".

"Lo que está claro es que regresar a Somalia tendrá consecuencias desastrosas para la salud de la gente", ha dicho la directora de la misión de la ONG en Kenia, Lisebeth Aelbrecht.

Así, ha argumentado que "aumentará su vulnerabilidad a la malnutrición, debilitará su sistema inmunitario y les hará más vulnerable a enfermedades infecciosas".

CIERRE POR "SEGURIDAD"

El ministro del Interior keniano, Joseph Nkaissery, recalcó en junio que la decisión de cerrar el campamento no tiene vuelta atrás, argumentando que Dadaab se ha convertido en un centro de operaciones de la milicia islamista somalí Al Shabaab.

El Gobierno keniano ha asegurado que varios de los últimos atentados en el país, como los del centro comercial Westgate y la Universidad de Garissa, fueron planificados en el campamento de refugiados.

El propio Nkaissery recalcó previamente que "los campamentos de refugiados no son asentamientos permanentes ni centros migratorios", al tiempo que sostuvo que habían supuesto un gran coste para los contribuyentes.

"Los campamentos están saturados. Fueron construidos para mucha menos gente, y la comunidad internacional no ha hecho nada para hacer frente a la situación. El impacto ambiental ha sido desastroso para las comunidades de acogida", remachó.

EL ACUERDO DE 2013

Somalia, Kenia y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) firmaron un pacto en 2013 para la repatriación voluntaria de refugiados somalíes, algunos de los cuales habían vivido en Dadaab durante décadas. Desde Nairobi alegan que el proceso de implementación de dicha medida ha sido demasiado lento.

ACNUR anunció en enero su intención de repatriar a unas 50.000 personas en 2016, pero debido a las dificultades que está teniendo el Gobierno de Somalia, que aún se encuentra en conflicto con el grupo insurgente Al Shabaab, ha reconocido que puede que no llegue a cumplir objetivo para este año.

El campo de refugiados de Dadaab, que se extiende a lo largo del noreste de Kenia, ha disminuido mucho su número de refugiados, que llegó a alcanzar el medio millón de personas, ya que muchos están volviendo a sus hogares mientras Somalia parece recuperarse lentamente del conflicto.

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