¿Está usted dispuesto a cambiar su voto para que ¡por fin! haya Gobierno?

  • Las encuestas suelen indicar que la mayoría no está por la labor de cambiar de papeleta (78,3%); pero claro, eso fue en unas segundas elecciones.

    Así son las tres posibles soluciones que tenemos para salir de este cansino y nocivo impasse político.

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EUROPA PRESS
José Luis Roig / @joseluisroig

Llevamos casi un año practicando el ejercicio de la paciencia con nuestros políticos, esos a los que pagamos generosamente, hagan su trabajo o no. Ahora toca esperar un poco más y tendremos la solución. Una solución que a lo peor está en nuestras manos, aunque para ello debamos responder antes a una pregunta nada fácil: ¿Está usted dispuesto a cambiar su voto para que la gobernabilidad en España sea posible?

Las encuestas suelen indicar que la mayoría no está por la labor de cambiar de papeleta (78,3%); pero claro, eso fue en unas segundas elecciones. Sin embargo, en unas terceras y ante la grave necesidad de hacer el trabajo que no son capaces de hacer sus señorías -formar un Gobierno estable-, ¿cambiaríamos nuestro voto? Como dijo Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

Mientras se plantean la respuesta, les describo las tres posibles soluciones que tenemos para salir de este cansino y nocivo impasse político. La primera. Que Pedro Sánchez, al que el historiador y economista Gabriel Tortella llama ‘Pedro del Hortelano’ porque no come ni deja comer, decida hacer una locura pactista y se líe la manta a la cabeza y negocie con todo lo que se mueve a la izquierda de Rajoy: nacionalistas, independentistas, comunistas, tercermundistas, mediopensionistas, etc. El famoso Gobierno Frankenstein. Un monstruo con muchos pies y poca cabeza. Lo que nos faltaba en España. Pero eso parece imposible, si el PSOE no se vuelve más loco de lo que ya está.

Los movimientos que estos días hace Sánchez intentan emular a la ceremonia de la confusión del calamar y su tinta. Liarla por aquí y por allá para que nadie tenga claro quién es el verdadero responsable de unas terceras elecciones.

Segunda solución. Que las elecciones vascas del 25 de septiembre dejen un resultado abierto –eso parece según las encuestas- y el PNV tenga que pactar con PSOE o PP. Si optara por los segundos, podrían hacer un intercambio de cromos: tu me apoyas en Madrid y yo en Euskadi. Pero eso también parece difícil por lo que dicen y pretenden los vascos, y porque el PP tiene la excusa perfecta de no pactar con nacionalistas con tendencias separatistas.

En el fondo, la razón de no pactar sería porque a Mariano Rajoy no le vienen nada mal unas terceras elecciones en las que saldría más reforzado. Según las encuestas –ojo al dato-  las ganaría por ¡tercera! vez,  aunque no obtuviera la mayoría. Sí mejorarían, pasarían a tener entre 140-145 escaños, frente a los 137 de ahora.

Tercera solución, tan terrible como las anteriores pero más probable dadas las circunstancias: Una nueva convocatoria electoral para el 18 ó 11 de diciembre. Según la última encuesta que circula estos días de Metroscopia para El País, PSOE bajaría ligeramente a 21,3 % y se pondría a la altura de Podemos, que se mantendría con el 21,1%; mientras Ciudadanos también bajaría ligeramente al 12,0%. El único que subiría es el PP, que alcanzaría el 34,8%.

Resultados que no cambiarían sustancialmente el panorama, desde el punto de vista cuantitativo, pero sí cualitativo, ya que ganar tres veces unas generales en un mismo año significa mucho, aunque no se obtenga la mayoría. Y sobre todo, cómo explicaría Sánchez otro resultado negativo del PSOE. Tampoco hay que olvidar que las encuestas se equivocan mucho, baste recordar el 26-J y el sorpasso que nunca llegó.

El otro día estuve en el Congreso y vi como funcionan y trabajan los diputados en su señorial “fábrica”. Y hubo algo que me llamó la atención. Entre sus señorías había muy buen rollo. Es decir, que Joan Tardá –el temible trol de ERC- hablaba amigablemente con Alicia Sánchez Camacho, dirigente augusta del PP. Lo mismo ocurría con Rafael Hernando e Íñigo Errejón. Conversación y risas amigables que sólo se disimulaban cuando se acercaba una cámara de televisión.

Fue entonces cuando me pregunté, si entre ellos hay buena comunicación, ¿por qué no hay también pactos para formar Gobierno? La respuesta quizá esté en el egoísmo político, léase Pedro Sánchez, a quien le preocupa más su futuro en el partido que la gobernabilidad de España. Aunque hay otra respuesta: los políticos creen que son los votantes los que no aceptarían un pacto entre fuerzas distintas. Y puede que sea verdad. En el fondo queremos que haya una solución pero sin tener que pagar un alto precio por ello… ¿O está usted dispuesto a cambiar su papeleta para que haya Gobierno? No me conteste ahora, hágalo el 18 de diciembre.

 

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