Cinco años en los que el papa abrió la puerta a los anglicanos y potenció el diálogo

  • Ciudad del Vaticano.- Benedicto XVI, de 83 años, cumple cinco de Papado, durante los que ha abierto las puertas a los tradicionalistas anglicanos, ha levantado las excomuniones y ha iniciado una negociación con los seguidores de Lefebvre y tejido nuevos lazos con las iglesias ortodoxas.

Cinco años en los que el papa abrió la puerta a los anglicanos y potenció el diálogo
Cinco años en los que el papa abrió la puerta a los anglicanos y potenció el diálogo

Ciudad del Vaticano.- Benedicto XVI, de 83 años, cumple cinco de Papado, durante los que ha abierto las puertas a los tradicionalistas anglicanos, ha levantado las excomuniones y ha iniciado una negociación con los seguidores de Lefebvre y tejido nuevos lazos con las iglesias ortodoxas.

En estos cinco años, el Papa Ratzinger ha dado un paso de gran envergadura y repercusión al abrir las puertas de la Iglesia Católica a los tradicionalistas anglicanos contrarios a las medidas aperturistas de la Comunión Anglicana, como la ordenación de mujeres y de homosexuales como obispos.

Para ello, aprobó una normativa que prevé la ordenación de clérigos anglicanos ya casados como sacerdotes católicos, medida que no supondrá cambio alguno en la normativa de la Iglesia Católica, que mantiene el celibato sacerdotal.

En aras de la unidad de los cristianos y para cerrar cuanto antes la herida abierta en la Iglesia Católica con el cisma de 1988, causado por el fallecido arzobispo francés Marcel Lefebvre al ordenar cuatro prelados sin el permiso de Juan Pablo II, Benedicto XVI levantó las excomuniones y abrió negociaciones para que vuelvan al redil.

Con ese objetivo, también liberalizó la misa en latín, lo que causó malestar y división en algunos sectores de la Iglesia, que le acusan de haber "malvendido" y "vaciado de contenido" el Concilio Vaticano II, que encaminó a la Iglesia Católica hacia el tercer milenio.

Para readmitirles, Benedicto XVI les exige que acepten los cambios del Vaticano II.

En la actualidad, las negociaciones prosiguen y se desconoce cuánto se prolongarán y si darán fruto, en vista de las posiciones de los tradicionalistas.

En estos años también ha tejido nuevos lazos con las iglesias ortodoxas y se ha reunido en varias ocasiones con el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolome I.

Pero, aunque ha mejorado la relación con la Iglesia Ortodoxa Rusa, los tiempos no están todavía maduros para una visita, histórica, de un Papa de Roma a Moscú.

Los ortodoxos rusos siguen mirando con recelo a Roma y acusan al Vaticano de expandirse en territorios que tradicionalmente han estado bajo su control.

El Vaticano aprobó un documento que señala que la Iglesia Católica "no renuncia a su convicción de ser la única verdadera" Iglesia de Cristo, aunque reconoce que en las ortodoxas y en las "comunidades cristianas" surgidas de la Reforma -a las que no considera iglesias- hay elementos de salvación.

Para tratar del celibato y la readmisión al sacerdocio solicitada por los curas casados, Benedicto XVI llamó en noviembre de 2006 al Vaticano a los cardenales de la Curia.

Tras dos días de discusiones, se reafirmó el "valor" del celibato y se cerraron de nuevo las puertas a la readmisión al ministerio sacerdotal de los curas de rito latino casados.

Pocos días antes de ser elegido Papa, Benedicto XVI, entonces cardenal Joseph Ratzinger, denunció en la meditaciones del último Vía Crucis de Juan Pablo II "cuánta suciedad hay en la Iglesia y entre los que por su sacerdocio deberían estar entregados al Redentor, cuanta soberbia".

Poco después de llegar al Papado, comenzó con la limpieza de esa "suciedad", empezando con el fundador de los Legionarios de Cristo, el mexicano Marcial Maciel, al que castigó el 19 de mayo de 2006 por los abusos sexuales cometidos durante décadas a seminaristas menores.

La decisión del Obispo de Roma cayó como un mazazo en la congregación y esa fecha quedará marcada en la biografía de Maciel como el día en el que el Papa Ratzinger le retiró su confianza y le impuso un severo castigo.

Los Legionarios vieron cómo su fundador, que gozó del afecto de Juan Pablo II y de numerosos cardenales, caía en desgracia. Aunque no sería lo último que sabría del cura de doble o triple vida, que tuvo, además, varios hijos con varias mujeres.

Con ese castigo, Benedicto XVI trazó la línea de "tolerancia cero" para casos similares y supuso un giro de 180 grados respecto a lo que se venía haciendo hasta entonces, donde se imponía el silencio o el simple alejamiento, incluso en los casos en que se verificaba que hubo abuso.

La Legión de Cristo ha sido sometida a una inspección y no se descarta que el Papa anuncie el nombramiento de un comisario para dirigirla durante un tiempo, hasta su renovación.

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