El Papa Francisco llama a su kioskero para darse de baja en el periódico

Argentina se despierta hoy con una nueva historia que resalta la sencillez del papa Francisco. La ha relatado la periodista Natalia Pecoraro, del periódico La Nación. Cuando el hoy Pontífice era obispo de Buenos Aires compraba la prensa a diario en un kiosko cercano a la Plaza de Mayo, y mantenía una relación afectuosa con los dueños.

Ayer a mediodía sonó el teléfono de la tienda y se oyó una voz familiar: "Hola Daniel, habla el cardenal Jorge". Pero el kioskero, hijo del dueño Luis del Regno, lo tomó a broma, pensando que se trataba de su amigo Mariano, el cual sabía que Bergoglio era cliente. "Dale, Mariano, no seas boludo", le respondió. La voz del Papa sonó de nuevo: "En serio, soy Jorge Bergoglio, y estoy llamando desde Roma"

Cuando cayó en la cuenta de que no se trataba de una broma, Daniel se puso a llorar.En el resto de la conversación, el Papa le agradeció el servicio que le habían prestado muchos días acercándole el diario.

Bergoglio tenía la costumbre de llevarse el diario La Nación y charlar un rato con el padre de Daniel, don Luis. Este relató que Bergoglio solía pasar por el kiosko antes de tomar el autobús para visitar enfermos.

Don Luis refirió a La Nación varias anéctodotas de su trato con el cardenal, como que a final de mes devolvía todas las cintas con las que le ataban el periódico cuando cuando llovía o hacía viento.

Antes de marcharse al cónclave, Bergoglio pasó por el kiosko. Daniel le preguntó "Jorge, ¿vas a agarrar la batuta", a lo que el cardenal respondió "Eso es un fierro caliente; nos vemos en veinte días".

Se equivocó.

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Ver "La historia del diarero que le vendía La Nación al papa", en el diario argentino La Nación.

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