El HUCA trata al año unos 30 casos de cáncer infantil, la tercera parte de origen hematológico

  • Las unidades de Oncología Pediátrica y Hematología Clínica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) tratan anualmente una treintena de nuevos casos de cáncer infantil, con una tasa de supervivencia que oscila entre el 75 y el 90%, un porcentaje más elevado que en la edad adulta, en consonancia con la media del Sistema Nacional de Salud y similar también a la de los países próximos. La supervivencia relativa para todos los tumores a los 5 años del diagnóstico es del 77%.
El HUCA trata al año unos 30 casos de cáncer infantil, la tercera parte de origen hematológico
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EUROPA PRESS
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Por tipología, las leucemias, los linfomas y otras patologías hematológicas representan más de un tercio de los casos registrados, seguidas de los tumores cerebrales, los que afectan al sistema nervioso, los renales y los óseos.

En los últimos diez años se han llevado a cabo en el Principado más de medio centenar de trasplantes de médula ósea en niños y adolescentes, con unos índices de curación muy altos.

El cáncer infantil es una enfermedad grave, cada día más curable, que requiere un tratamiento complejo y muchas veces largo, y que afecta de forma determinante a la estructura personal y social de una familia. En Asturias, el abordaje de esta patología se plantea desde el inicio con una atención integral al niño y su entorno familiar y social.

La atención al niño diagnosticado se realiza en el ámbito hospitalario y en la Unidad de Oncohematología Pediátrica del HUCA, en la que personal médico y de enfermería especializado garantiza la asistencia integral.

La unidad está integrada en el área de Pediatría, trabaja coordinadamente con el resto de especialidades pediátricas y departamentos del hospital y es referencia para el tratamiento de tumores infantiles de toda la comunidad.

LEUCEMIA AGUDA LINFOBLÁSTICA

En el caso de los cánceres hematológicos, entre los que destaca la leucemia aguda linfoblástica (LAL), el pico más elevado de incidencia se sitúa entre los 2 y los 5 años, aunque puede afectar a pacientes de todas las edades.

Una vez diagnosticada la enfermedad, se controla con tratamientos de quimioterapia de hasta dos años de duración. Posteriormente, los casos más agresivos se someten a un trasplante, para lo que se utiliza la médula ósea sana de un familiar o de un donante altruista que puede llegar a ser internacional.

Durante los ingresos sucesivos de estos pacientes, que suele prolongarse entre dos semanas y dos meses por episodio, los menores y sus familias reciben apoyo psicológico y psicosocial, además de seguimiento docente, lo que unido a su elevada capacidad de adaptación y al apoyo de los profesionales y de la red de voluntarios, hace más llevadero el proceso.

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