La musicoterapia busca explotar el potencial de la música como medio de comunicación social ya que estos pacientes tienen importantes problemas a la hora de comunicarse. En la terapia de música improvisada, el paciente y el terapeuta improvisan música cantando, jugando y moviéndose con el fin de facilitar el desarrollo de las habilidades comunicativas sociales del niño.
No obstante, en el estudio se ha demostrado que no aporta tantos beneficios que aporta a los niños con autismo. Para alcanzar esta conclusión, los expertos asignaron al azar a niños de 4 a 7 años autistas en dos grupos: uno con musicoterapia y otro sin este tratamiento. El objetivo en ambos casos era mejorar la atención y comunicación del menor.
Los investigadores descubrieron que durante cinco meses, la diferencia de mejoría en ambos grupos era pequeña y que, incluso, no se detectaron diferencias significativas en la gravedad de los síntomas de la TEA. "Estos hallazgos no apoyan el uso de terapia de música improvisada para la reducción de síntomas en niños con trastorno del espectro autista", han zanjado los investigadores.
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