Resistencia del paludismo a medicamento se limita al sudeste asiático

La resistencia del paludismo al principal medicamento que lo combate se restringe al sudeste asiático, y no se ha extendido a África, señaló un estudio divulgado este miércoles.

Este primer mapa global sobre la resistencia del paludismo a la artemisinina, la principal droga contra la malaria, fue realizado por un consorcio internacional apoyado por la Organización Mundial de la Salud.

El estudio, que realizó un relevamiento en 59 países donde el paludismo es endémico, constituye un importante paso para combatir mejor la infección.

El mapa permite una vigilancia prácticamente en tiempo real de la propagación de los parásitos (Plasmodium falciparum) resistentes a la artemisinina, tras su emergencia en 2008 en Camboya.

Esto permitirá evaluar rápidamente si el uso de la artemisinina será efectivo para el tratamiento en determinadas áreas.

"Hasta ahora los científicos no disponían de herramientas capaces de identificar con precisión la naturaleza de la resistencia a los antipalúdicos en las principales regiones afectadas, como el África subsahariana", dijo a la AFP el jefe de la unidad epidemiológica del Instituto Pasteur de Camboya, Didier Menard, principal autor del estudio publicado en la revista estadounidense New England Journal of Medicine.

El trabajo, conocido como "Karma", se basa en el descubrimiento en 2014, por científicos del Instituto Pasteur en París y Camboya, de un gen (K13) que juega un rol determinante en la resistencia al medicamento antipalúdico.

Los investigadores estudiaron la diversidad del gen en más de 14.000 muestras sanguíneas de pacientes infectados, que provenían de 59 países donde el paludismo es endémico: 72% eran de África, 19% de Asia, 8% de América Latina y 1% de Oceanía.

Todas las muestras fueron extraídas después de 2012, lo que permite tener una idea de la situación real de la resistencia.

Los resultados del estudio son importantes en la medida en que podrían prevenir escenarios como el de los parásitos resistentes a la cloroquina, la primera generación de resistencia a los antipalúdicos, que emergió en el sudeste asiático a finales de los años 60 y se propagó en África por falta de marcadores moleculares.

El estudio permitió identificar 70 nuevas mutaciones de la proteína K13, del cual ya se conocían 103, entre ellas cuatro de resistencia a la artemisinina.

"Mostramos que solo un reducido número de mutaciones están vinculadas a la resistencia, lo que debería facilitar la vigilancia de la resistencia a la artemisinina a nivel mundial", afirmó Odile Mercereau-Puijalon, del Instituto Pasteur de París.

Así, el estudio revela que la mutación más observada en África no está ligada a la resistencia.

El descubrimiento de dos focos aislados de resistencia en regiones fronterizas de Camboya, de Vietnam y de Laos, así como en el oeste de Birmania y el sur de Tailandia, sugiere que los esfuerzos internacionales para contener su propagación son efectivos.

La estrategia actual para tratar a los enfermos infectados por parásitos resistentes es recurrir a una combinación de medicamentos, sobre todo de viejos antipalúdicos que funcionan un cierto tiempo, como se hace con los antibióticos, explica Ménard.

"Pero se trata de una estrategia provisional en espera de la comercialización de nuevas moléculas, no antes de 2020", agregó.

El paludismo, enfermedad transmitida por mosquitos, afectó a 214 millones de personas en 2015 y dejó 438.000 muertos, sobre todo niños en el África subsahariana.

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