(REPORTAJE)INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y ROBOTS: ¿UNA AMENAZA PARA EL SER HUMANO?

Los sistemas de inteligencia artificial (IA) superan ya a la mente humana en muchos aspectos y han logrado un elevado grado de autonomía. Shane Legg, fundador de DeepMind, compañía líder de supercomputación, ha declarado que, si no se controlan, los avances en IA pueden suponer la amenaza número uno del ser humano. Juristas, científicos y legisladores señalan la necesidad de elaborar leyes que regulen el uso de estas tecnologías.
Capaces de tomar decisiones por sí mismos, los sistemas que incorporan IA pueden entrañar riesgos para los seres humanos en ámbitos como las armas -los famosos drones-, los vehículos autónomos, la maquinaria pesada de las fábricas o los robots que interactúan directamente con personas.
También hay aspectos sensibles como la pérdida de puestos de trabajo que acarrea la incorporación de robots a los procesos productivos o la inaccesbilidad de estas tecnologías para gran parte de la población. Por ello, cada vez hay más voces que reclaman leyes específicas que regulen los avances en IA y robótica.
Una de estas voces es la del catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid, Rafael de Asís, quien justifica así la necesidad de una normativa específica: “La combinación de la robótica con la neurociencia, la genética, la IA y la nanotecnología nos hace pronosticar la creación de máquinas muy similares al ser humano. En cuanto artefactos dependientes, su actividad deberá regularse y, en cuanto objetos parecidos a los seres humanos y con repercusión social, también deberá regularse el uso que las personas hagan de ellos”.
No es una idea descabellada. Prueba de ello es que la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo se puso hace un año manos a la obra y creó un grupo de trabajo sobre robótica e IA para avanzar en una legislación comunitaria que regule estas actividades.
La eurodiputada Mady Delvaux-Stehres, que preside este grupo, explica que “la legislación vigente no es suficiente para afrontar la aparición de los robots autónomos y la inteligencia artificial. Si no actuamos con rapidez, hay riesgo de que el potencial económico y los efectos positivos de robótica no sean totalmente comprendidos en Europa”.
“Creo que debemos abordar los desafíos que nos plantea el desarrollo tecnológico y ser capaces de hacer propuestas legislativas a escala europea e internacional”, continúa Delvaux-Stehres, quien afirma con solemnidad: “Quiero que la revolución robótica sea una oportunidad y no una amenaza para nuestra sociedad”.
ALGORITMOS DEPREDADORES
La IA y la robótica prestan ya grandes servicios al ser humano a través de multitud de aplicaciones en la agricultura, la ganadería, la vigilancia, la seguridad, la defensa, la búsqueda y el rescate de personas, la desactivación de explosivos, la exploración espacial...
En el ámbito de la medicina, hay robots cirujanos y rehabilitadores; en el campo asistencial, los hay terapéuticos, domésticos, educativos, de ocio, de entretenimiento y hasta de compañía.
Sin embargo, el director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (IIIA, dependiente del CSIC), Ramón López de Mántaras, advierte de algunos peligros que pueden generar los sistemas de IA en campos tan insospechados como los mercados financieros. En los mercados bursátiles han irrumpido unos programas informáticos denominados 'bots' (aféresis de robots) que imitan el comportamiento de los operadores de bolsa humanos pero a una velocidad de fracciones de segundo.
“Estos llamados 'bots' se basan en algoritmos muy agresivos que operan a tal velocidad que los humanos son incapaces de reaccionar. Son como depredadores que actúan de tal forma que, cuando las presas se dan cuenta de su presencia, ya no pueden hacer nada. Es necesario regular esto, e incluso, en mi opinión, prohibirlo completamente”, zanja el director del IIIA.
Este es solo un ejemplo, pero lo cierto es que estos algoritmos tienen cada vez más incidencia en nuestra economía doméstica, como señala López de Mántaras: “Nuestras compras, nuestro ocio e incluso nuestras relaciones sentimentales están siendo cada vez más controladas por algoritmos. ¿Estos algoritmos reflejarán intereses y valores humanos o simplemente son un paso más en la dirección de la economía neoliberal que va a ampliar todavía más la brecha entre ricos y pobres?”
LEYES PARA ROBOTS
En su novela ‘Runaround’, de 1942, Isaac Asimov enunciaba las leyes que deberían observar los robots. Estas leyes se podrían sintetizar así: “No dañar o permitir daños a los humanos y obedecer siempre sus órdenes”.
Asimov, como tantos otros autores de libros o películas de ciencia-ficción, ya imaginaba un mundo en que las máquinas podían rebelarse y someter al género humano a sus dictados.
Son estas fantasías las que, según Elena García, investigadora de Robótica del CSIC, han provocado un rechazo social hacia los robots. Esto es lo que, a su juicio, ha impedido que los robots no sean ya parte de nuestra vida cotidiana. “Los robots son muy caros porque llevan mucha tecnología aunque, si creciera mucho la demanda, bajarían los precios, pero hay un tremendo rechazo social hacia ellos, a causa de estas historias de ciencia-ficción”, argumenta García.
Pero ¿se puede enseñar principios éticos a unas máquinas que, si bien tienen autonomía y capacidad para tomar decisiones, no tienen conciencia ni libertad? El catedrático De Asís cree que “la consideración de los robots como sujetos morales y sujetos de derechos es problemática”, pero insiste en señalar la conveniencia de elaborar leyes específicas para la robótica.
En esta línea se pronuncia la eurodiputada Delvaux-Stehres: “Dotar a los robots de principios éticos reducirá los riesgos relacionados con sus decisiones autónomas y permitirá avances tecnológicos en la robótica que la sociedad aceptará más fácilmente. En mi opinión, tenemos que crear un Comité Ético europeo para los robots y la IA, que supervise el desarrollo y la integración de robots en la sociedad y defina principios para la investigación en robótica”.
López de Mántaras cree que “no se puede hacer que los robots adquieran valores personales y sociales propios de los humanos, pero lo que es relativamente fácil es incluir en el programa que controla al robot una serie de normas sencillas sobre cómo tiene que reaccionar ante cada situación”.
LA INTELIGENCIA HUMANA ES IRREMPLAZABLE
Los investigadores consultados por Servimedia niegan que la IA pueda sustituir a la mente humana. “Los sistemas de IA saben hacer muy bien cosas muy concretas. Sin embargo, la inteligencia humana es mucho más general y flexible, y tengo muchas dudas acerca de la posibilidad de desarrollar inteligencias artificiales generales comparables a la humana”, reflexiona López de Mántaras.
La investigadora de Robótica del CSIC explica por qué la inteligencia humana es hoy día imposible de replicar: “Nosotros copiamos lo que vemos en la naturaleza y lo programamos en las máquinas. El hemisferio derecho del cerebro humano es el lugar de la inteligencia emocional: aquí se alojan los sentimientos, la creatividad artística, la capacidad de síntesis, de soñar, la intuición, lo subjetivo. No tenemos ni idea de cómo funciona la inteligencia emocional y por eso no la podemos copiar”.
Por ello, el director del IIIA insiste en que el riesgo no estriba en el veloz perfeccionamiento de la inteligencia de las máquinas, sino en el grado de autonomía que se les confiera: “En mi opinión, el problema no reside tanto en el nivel de inteligencia si no más bien en el nivel de autonomía. Lo que hay que regular pues es la dotación de autonomía a las máquinas”, concluye López de Mántaras.

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