¿Por qué en WhatsApp sacamos nuestro lado más canalla?

  • Los usuarios de esta app suelen perder la vergüenza y a veces no recuerdan que detrás del móvil hay otra y otras personas. 
Policías municipales denuncian que no se cumplen las medidas de seguridad.
Policías municipales denuncian que no se cumplen las medidas de seguridad.

¿Somos más valientes en WhatsApp que en persona para decir lo que pensamos? ¿Sacamos en WhatsApp nuestro lado más canalla? Un grupo en esta app de mensajería instantánea ha sido el centro de la polémica esta semana. Un centenar de policías municipales usaba este grupo para alabar a Hitler o insultar a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.

Al margen del recorrido penal de este asunto o de que el Ayuntamiento ya ha actuado contra tres de estos agentes, les ha suspendido temporalmente de sus funciones con retirada del arma y la credencial reglamentaria, el debate suscitado se centra en si en las redes sociales sacamos lo peor de nosotros y si en este caso WhatsApp es utilizado muchas veces como una forma de desahogo para poner a caldo alguien que no nos cae bien, criticar al jefe o meterse con algún compañero de trabajo.

“WhatsApp no es un espacio artificioso, cada uno es en esta aplicación como es en su vida real. Nuestra identidad también transcurre en este espacio y lo que puede pasar son dos cosas: "La primera es que se puede tergiversar lo que se piensa y la segunda, que se puede descontextualizar”, explica el sociólogo de las emociones e investigador de la UOC, Francisco Núñez.

No podemos ser diferentes en nuestro mundo online y offline. Las personas que no son nativas digitales muchas veces se olvidan que somos las dos cosas. Cuando estamos en un chat vamos creando lazos con las personas y a veces no nos damos cuentas de las consecuencias que van a tener nuestras reacciones”, señala Myriam Fernández Nevado, politóloga y socióloga.

Myriam afirma que el ser humano es de contextos físicos y que en el caso de las redes sociales a veces se olvida que lo que hay detrás del móvil es otra persona. “Se suele decir lo primero que se nos pasa por la cabeza y más cuando va subiendo el tono de la conversación y aumenta la intensidad. En el caso de los policías de Madrid vemos como la conversación se va acalorando y seguramente pierden la perspectiva. En estos casos, suele ser primero el yo y luego el otro”, apunta.

Perdemos el control social

Una de las grandes diferencias entre una conversación en WhatsApp o una charla entre el mismo grupo en un bar es la falta de corporalidad. “El estar presente en la comunicación, tener personas delante nos impone. Si ves la cara de tu interlocutor puedes rectificar en función de su expresión, algo que en WhatsApp no es posible. Al tener a nadie delante, la gente es más atrevida y a veces escribe lo primero que se le pasa por la cabeza porque hemos perdido los reguladores de la vergüenza”, explica Francisco Núñez.

Para este sociólogo el problema está en que la gente no tiene conciencia de que lo que se dice por WhatsApp se queda ahí: “No es un secreto, queda escrito para siempre. Lo que entra en la red, ahí se queda. Perdemos el control social porque además la respuesta no tiene porqué ser inmediata. Hay menos empatía por lo que si hemos metido la pata nos damos cuenta tarde y mal”.

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