España no atisba el fin del diésel y llega tarde a la revolución del coche eléctrico

  • Hasta siete países y regiones europeas han anunciado la prohibición de los vehículos de combustión interna antes de 2040
Gráfico vehículo eléctrico.
Gráfico vehículo eléctrico.

No es una novedad. España no es precisamente un país adelantado en la UE en la lucha contra el cambio climático, la innovación o la protección del medio ambiente. Como mucho, cumple por los pelos con las directrices de la Comisión Europea. Así ha sucedido con las apresuradas subastas de renovables celebradas este año para cumplir en 2020 con los objetivos comunitarios. Lo malo de acudir a las citas renqueando es que se corre el riesgo de llegar tarde a todas. También a la revolución del coche eléctrico, llamado a sustituir en los próximos años a los vehículos de combustión interna, diésel y gasolina.

España, no está -ni se la espera- en la lista de países y regiones que han anunciado ya calendarios concretos para eliminar de sus carreteras los vehículos contaminantes. En Europa son siete: Noruega, Holanda, Austria, Eslovenia, Escocia , Francia y  Reino Unido. Todos ellos (ver gráfico) han anunciado la prohibición de los vehículos diésel y gasolina entre 2025 y 2040.

A ellos hay que sumar a los dos países más poblados de la tierra, India y China, ambos con graves problemas de contaminación. India quiere prohibir los vehículos contaminantes en 2030 mientras que China "sólo" se plantea la prohibición de su venta a partir de 2025.

Parque envejecido y dieselizado

España se lo toma con más calma. La iniciativa que empuja hacia la renovación del parque automovilístico -envejecido y dieselizado- corre a cuenta de los ayuntamientos de las grandes ciudades, que ven cómo crece poco a poco el malestar de sus vecinos por la frecuencia de episodios de contaminación muy peligrosos para la salud. La edad media del parque automovilístico español alcanza ya los 14 años, según datos de AECA-ITV y el 56% de los vehículos circulan con gasóleo.

Madrid y Barcelona han anunciado medidas -tímidas según las organizaciones ecologistas- para combatir la polución provocada por los automóviles. Madrid ha adelantado que a partir de 2025 prohibirá la circulación por el centro de la ciudad de coches diésel anteriores al año 2006 y de gasolina anteriores a 2000. Barcelona, por su parte, prohibirá en 2018 la circulación de vehículos diésel anteriores al año 1996.

Poco a poco, sostienen los expertos en transporte, se va corrigiendo el sistema que ha llevado 37 millones de vehículos diésel a las carreteras europeas, con emisiones mal controladas y con ventajas impuestas por la industria. La organización Transport and Environment (T&E agrupa a 50 organizaciones de 26 países europeos) lo relata así en el documento Diesel: the true (dirty) story: "las regulaciones de CO2 del automóvil de la UE se diseñaron (en su momento) para favorecer a los vehículos más pesados elevando los objetivos de los fabricantes de automóviles en 3,3 g

CO2 / km por cada 100 kg adicionales, lo que favorece a los vehículos diesel". Los nuevos test de emisiones, más duros, sostiene T&E, son un paso adelante, pero  no suficientes.

Legislación más dura

En breve, el endurecimiento de la legislación europea obligará a los fabricantes de automóviles, con gran poder en la UE, a aceptar fórmulas de negocio impensables hasta hace poco. Los analistas de grandes consultoras internacionales como PWC, KPMG, Deloitte o E&Y, siguen al detalle cada anuncio regulatorio.

Bruselas, sostienen los analistas, va a reducir el nivel de emisiones autorizado a los fabricantes de automóviles. Lo va a hacer con una cuenta que relacionará el total de automóviles vendidos con el total de sus emisiones. Esa relación llevará a las compañías intentar equilibrar las emisiones de los vehículos de combustión interna con las emisiones cero de vehículos eléctricos. Si se cumplen los vaticinios, los vehículos eléctricos bajarán de precio de forma notable porque habrá fabricantes que venderán a pérdida para sostener la otra parte, tradicional,  del negocio.

Si esa rebaja se confirma, será una buena noticia para España. Porque  se encuentra entre los países europeos con menor implantación del coche eléctrico pese al aumento de ventas de los últimos ejercicios. En 2016, sólo  un 0,3% de los vehículos vendidos eran eléctricos, frente al 1,5% de Francia o el 1,70% de Reino Unido. En lo que va de año, se han vendido 7.486 coches eléctricos, un 57% más que en 2016, según la patronal Anfac. El Gobierno ha puesto en marcha el Plan Movalt para incentivar las compras de otros 5.600 coches eléctricos con 20 millones de euros de subvención.

Las petroleras lo saben

La cifras son mínimas, pero la tendencia está clara. Los analistas aseguran que las petroleras lo saben. Estiman una fuerte caída de las ventas de carburantes a partir de 2023. Por eso se preparan y están haciendo tímidas incursiones en el sector renovable.

El futuro es incierto, pero el presente es preocupante para la industria del automóvil en España. Luca de Meo, presidente de Seat, lo adelantó a la vuelta del verano. “La primera generación de eléctricos no se va a producir en España”, aseguró el directivo. Explicó que hay dos motivos básicos. El primero es la falta de la tecnología necesaria, y el segundo, que en España aún no se vende el volumen necesario como para que los consorcios automovilísticos inviertan el dinero en la península. España puede llegar muy tarde a la próxima revolución del automóvil.

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