El rey Bhumibol de Tailandia, padre de una nación dividida

El rey de Tailandia Bhumibol Adulyadej, fallecido este jueves a los 88 años, había logrado a lo largo de sus 70 años de reinado una estatura de semidiós, objeto de infinita veneración y protegido por una represiva ley de lesa majestad.

Sus retratos con marcos dorados adornaban las calles y carreteras del país mostrando a este hombre delgado y de rostro anguloso a todas las edades, del joven apasionado por la fotografía, con su cámara colgada del cuello, al más maduro, visitando a campesinos, en traje de gala o luciendo uniforme militar.

La fotografía de Bhumibol presidía comercios, hogares, escuelas... El jueves por la noche, todas las televisiones difundían las mismas imágenes de archivo del monarca visitando campos militares, explotaciones agrícolas o lagos artificiales, su gran pasión.

Pero nadie hablaba nunca de lo que ocurría entre los muros del palacio, sobre todo debido a una ley de lesa majestad draconiana que enviaba a la cárcel a cualquier detractor.

Entre los temas tabú figuraban su fortuna colosal (Forbes lo puso en cabeza de los monarcas más ricos del mundo 2011) y la misteriosa muerte por bala de su hermano mayor, el rey Ananda Mahidol, Rama VIII, en el palacio en 1946.

El mismo día de la tragedia, Bhumibol fue proclamado Rama IX, noveno monarca de la dinastía de los Chakri. Precedió en siete años a Isabel II de Inglaterra, que ahora le sucede como la monarca con más tiempo en el trono en el mundo.

Entre 1946 y 1950, el hombre que se vio de repente propulsado al primer plano regresó a terminar sus estudios en Suiza, país en el que pasó gran parte de su juventud, después de su nacimiento el 5 de diciembre de 1927 en Estados Unidos.

No cesó a partir de entonces de construir su imagen de sabio, protector de la nación y encargado de la misión de mejorar la vida de su pueblo, imponiéndose como el denominador común de un país que registró 19 golpes o intentos del golpe de Estado a lo largo de su reinado.

Los tabúes en torno a la personalidad del rey se reforzaron tras el golpe de Estado del 22 de mayo de 2014 perpetrado, una vez más, por militares realistas que alegaron la necesidad de defender la monarquía.

El rey veía a las fuerzas armadas "como un socio para desarrollar el país", explica Paul Handley, autor de una biografía prohibida "The king never smiles" (El rey nunca sonríe) y hoy periodista de la AFP.

Las imágenes que se repiten tras su muerte en la televisión lo muestran visitando, en los años 1960, campamentos del ejército que combaten grupúsculos comunistas diseminados por todo el país.

Eso contribuyó a construir su imagen de defensor de la nación, que no dudaba en ir al terreno y a vestir el uniforme verde oliva.

El rey desempeñó un papel clave en el acercamiento con Washington en el momento en que Tailandia se convirtió en la base trasera de Estados Unidos para la guerra de Vietnam. El presidente Barack Obama rindió homenaje a "un amigo cercano" de Estados Unidos.

En los años 1960, la joven pareja real tailandesa hizo una gira por Estados Unidos, donde jugó la carta del glamur y de la modernidad. El rey, saxofonista aficionado, pudo saciar su pasión de jazz.

Su talento musical y su afición a la vela eran a menudo inmortalizados en clips de propaganda real difundidos en todos los cines del país antes de las películas.

La competencia inédita del popular político Thaksin Shinawatra desde el comienzo de los años 2000 no agradaba al rey, según los analistas. Thaksin fue derrocado por un golpe de Estado en 2006.

Hábil estratega político a pesar de su falta de poder constitucional (desde la abolición de la monarquía absoluta en 1932), Bhumibol logró reafirmar la monarquía e imponerse como una figura tutelar irremplazable.

Esta imagen se forjó sobre todo en su intervención durante el levantamiento popular de mayo de 1992, cuando exhortó a hacer la paz a los jefes de los dos bandos, en cuclillas ante él en señal de sumisión, ante las cámaras de televisión.

Bhumibol, cada vez más debilitado, ya no intervenía más que en raras ocasiones en los últimos años para llamar a la unidad nacional.

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