Estreno mundial en Francia de una ópera argentina basada en obra de Copi

La ópera "La sombra de Wenceslao" del argentino Martín Matalón, basada en una tragicomedia de Copi que reflexiona sobre el tiempo y la muerte, se estrena este miércoles en Francia con una puesta en escena de Jorge Lavelli.

El acontecimiento, poco frecuente en un género que desde el siglo XIX se renueva con dificultad, federó las fuerzas de nueve teatros que presentarán la ópera en Francia --incluyendo el estreno mundial en Rennes (oeste)--, antes del Colón de Buenos Aires y el Municipal de Santiago de Chile, que la montarán traducida al español en 2018 o 2019.

Cuenta la historia de Wenceslao, un hombre de campo y su familia, perdidos en la adversidad de la naturaleza en la Mesopotamia argentina donde llueve como en Macondo, y que comparten aventuras, ilusiones y frustraciones.

Un loro, un caballo y un mono completan el reparto de improbables personajes que evolucionan entre la estancia de Wenceslao, el pueblo imaginario de Diamante, las cataratas de Iguazú y la gran urbe de Buenos Aires, trastornada por un golpe de Estado.

El humor corrosivo de Copi (Raúl Damonte, 1939-1987) irrumpe en una acción plagada de efectos de escena, animada por la exigente música atonal de Matalón, que debuta a los 57 años en el género operático, tras incursionar en el teatro musical y la música para cine.

"Lo que le da tanta vida a esta ópera es el elemento trágico, tan pegado sobre lo cómico, los dos van de la mano", dice el compositor.

Sucesión de 32 escenas cortas y dos exclusivamente musicales --una introducción que evoca una tormenta y un interludio que interpretan cuatro bandoneonistas en el escenario-- la ópera de dos horas incluye tango bailado (Jorge Rodríguez) y cantado, con citas de las voces legendarias de Tita Merello, Libertad Lamarque y Carlos Gardel.

"Vocalmente jugué el juego de la ópera, traté de que todo lo que se cante se entienda, de explotar al máximo todas las necesidades vocales", explicó Matalón a la AFP.

El elenco es resultado de un centenar de audiciones, incluyendo el barítono Thibaut Desplantes en el papel protagonista --que en francés se escribe "Venceslao"--, su hijo Rogelio (el tenor Ziad Nehme), la mezzo francesa Sarah Laulan (Mechita, amante de Wenceslao) y la soprano Estelle Poscio como la joven Mechita que descolla --además-- bailando el tango.

Al servicio de este teatro de contrastes se despliega todo el genio escénico de Lavelli, argentino instalado en París desde los años 1960, monstruo sagrado de las tablas y revelador desde hace décadas de la obra de Copi en Francia, de quien ha montado una decena de títulos.

"Los temas que aparecen son los de siempre con Copi: la muerte, el paso del tiempo, el sueño de estar en otra parte", dice Lavelli, director meticuloso que a los 83 años acompañará paso a paso la producción, en cada escenario de la gira.

La acción, comenta, "transcurre en la realidad, pero una realidad soñada", incluyendo el regreso de Wenceslao entre los suyos después de suicidarse en Iguazú, en una escena final que parece desafiar a la muerte y la crueldad con que el destino también trata a los demás personajes.

Lavelli explica que le fascina lo inesperado en Copi: "escapa a todo lo más o menos convencional del teatro", con su humor, su lenguaje y situaciones crudas, sexuales o escatológicas.

Mediante permanentes transformaciones del espacio y el juego actoral, la puesta en escena busca explotar al máximo esa imprevisibilidad, aunque Lavelli admite que el teatro poético de Copi complica a veces la comprensión: "Hay mucha gente que no entiende lo que está queriendo expresar".

Según Martín Matalón, la esencia del ser argentino es una de las respuestas obvias, pero advierte: "Si fuese sólo eso, no me interesaría". "Pasa como con Borges, supera ampliamente el tema de la argentinidad".

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