Luke Scott: "Que Morgan se haga realidad es solo cuestión de dinero"

Protagonizada por Kate Mara y Anya Taylor-Joy, la magnética joven de La bruja, y con un reparto plagado de caras conocidas entre las que destacan pesos pesados como Toby Jones, Paul Giamatti o Brian Cox, Morgan es una cinta que explota el inagotable filón que para el género supone el tema de la inteligencia artificial y los dilemas -morales y empresariales- derivados de la creación de una nueva forma de vida más perfecta que la nuestra. Los eternos 'pros' y 'contras' de jugar a ser Dios.

"Es un objetivo que la humanidad siempre ha perseguido, siempre ha estado ahí", afirma en una entrevista para CulturaOcio.com en la que recuerda que en la historia encontramos "múltiples antecedentes" de los que bebe Morgan, "desde Frankenstein a Metropolis". "Hay muchísimas historias de nuestros intentos de crear a alguién semejante a nosotros. Eso nos diferenciaría, nos convertiría en algo parecido a dioses".

"YA HAY GENTE TRABAJANDO EN UN 'MORGAN'"

"Es una idea, la de crear una forma de vida superior, tan antigua como el tiempo...", insiste Scott, que además reconoce que durante la preparación de la película le sorprendió lo cerca que la humanidad está de hacer la premisa de Morgan realidad. "Hay menos ficción en esta película. Estamos muy cerca de crear a Morgan, durante mi investigación para la película aprendí que esta idea es muy posible con la tecnología que tenemos ahora. Creo que en alguna parte del mundo ya hay alguien trabajando en ello", dice.

El tiempo que tardemos en hacer 'Morgan' realidad es solo "cuestión de dinero", segura Scott que más allá de los evidentes dilemas morales que plantea la cuestión reconoce que el gran obstáculo es que "sería carísimo". En este particular también entra la película, que esboza el de nuevo eterno conflicto entre ciencia y negocio, entre aquellos que buscan el progreso y los avances de la humanidad y los que solo se preocupan por la cuenta de beneficios, por el ahora.

RIDLEY: PADRE, MENTOR Y PRODUCTOR

"Es un conflicto que siempre va a estar ahí, en todas las industrias es el dinero el que hace que todo se mueva, y la gente que invierte siempre busca sus beneficios". Lo mismo ocurre en el mundo del cine, una industria que, a pesar de ser debutante como director de largometrajes, Luke Scott conoce bien. Y no solo porque creció en los sets de rodaje de algunos de los títulos que marcaron el cine de los ochenta y noventa, sino porque, tal y como recuerda orgulloso, ha trabajado como director de segunda unidad en las dos últimas películas de su padre, que en esta ocasión ejerce como productor.

"He trabajado para él y con él mucho tiempo. Conozco muy bien su forma de trabajar", dice con una sonrisa para luego matizar que la intervención de Ridley Scott en este proyecto se ciñó a dos momentos clave del mismo: su génesis y su culminación en la sala de montaje. "Para ser justos él no intervino demasiado, salvo en el inicio del proyecto donde apoyo fue muy importante para que la película saliera adelante y luego al final, cuando nos dio muy buenos consejos para mejorar el montaje, Además, le gustó la película", asegura.