Bajo número 12 de la Cava Baja de Madrid se encuentra una parte recuperada de la Muralla Cristiana del siglo XII, que atraviesa La Posada del León de Oro de lado a lado formando parte, junto a la corrala del edificio, de uno de los elementos "más peculiares de este rincón madrileño".
La Posada ofrece la posibilidad de comer y catar su oferta de vinos sobre los cimientos de la ciudad, mientras se observa, a través de una cristalera, los laberintos que la recorren.
Antes de los cristianos llegaron los musulmanes y, de hecho, la muralla árabe es el monumento más antiguo de Madrid, una reliquia del siglo IX que es posible encontrarse en otros puntos del plano urbano, como en la Cuesta de la Vega, junto a la cripta de la Catedral de la Almudena, a pocos metros de La Posada.
Tras los muros centenarios de la antigua corrala en la que se ubica hoy La Posada del León de Oro, se esconde una de las mayores selecciones de vino que se puede encontrar en Madrid. Con más de 300 referencias de vino, los comensales podrán disfrutar de un Vega Sicilia Único o del vino de Las Bodegas El Nido, entre otros.
La Posada del León de Oro hace un guiño al arte mural que atraviesa la ciudad y en el interior de su Enotaberna se encuentra un mural del artista Amador García. Su pintura ubica al visitante en el interior de la muralla de Madrid, desde donde se puede observar el horizonte de la capital.
Los huéspedes de La Posada también podrán descubrir las pinturas del artista en las habitaciones, que a modo de cabecero, dibuja el Madrid antiguo sobre sus paredes.
Otro artista que ha dejado su huella por las fachadas de la capital es Antonio Mingote. Debido a su predilección por pasear por el Parque del Retiro se decidió incorporar tres de sus dibujos en la estación de metro del Retiro, convertidos en murales de azulejo inspirados en el parque.
Además, a él se le debe el diseño de las placas que adornan los edificios centenarios de Madrid. De los 60 que hay con más de cien años en la ciudad, uno de ellos es La Posada del León de Oro.
Por último, la Posada señala que alojarse en las buhardillas de La Posada del León de Oro es "poder imaginar una estampa con la que se caracteriza la ciudad, una pareja de gatos negros sobre los tejados observando, al fondo, la cúpula de la Colegiata de San Isidro".
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