San Sebastián celebra la paz en el arte, cinco años tras el fin de la violencia

La ciudad española de San Sebastián, capital cultural europea 2016, se centrará a finales de mayo en las representaciones de la Paz en el arte, invitando a una reflexión sin hipocresía tras el final de la violencia de ETA.

Un oscuro capítulo de la historia vasca se esta cerrando, desde que la organización separatista, a la que se atribuyen 829 muertes, renunció a la violencia en 2011. Pero la paz sigue en construcción.

Por eso, una serie de exposiciones y talleres explorará el sentido profundo de la palabra, bajo la batuta de su ideólogo Santiago Eraso y del comisario y artista Pedro G. Romero.

Romero buceó en diversos textos, "tratados de paz", y en las colecciones del museo del Prado en Madrid. Buscó también su inspiración fuera, en el Louvre o el Pompidou parisinos, y en el arte contemporáneo, sin ingenuidad.

"La paz acaba convirtiéndose en un término propagandístico que oculta muchas veces otro estado de cosas, que no es exactamente lo contrario de la guerra", dice a la AFP, explicando que omitió voluntariamente el "binomio guerra y paz", para centrarse en el segundo término y poder así mostrar "su complejidad".

"Entendemos la paz como un momento de no violencia (...) de bienestar, pero casi nunca se consigue sino a costa de otros".

Remite a "La urraca sobre el cadalso" (1568) del pintor flamenco Pieter Brueghel, un cuadro que hace parte de la exposición central "Tratado de paz", en el museo San Telmo y el centro cultural Koldo Mitxelena de San Sebastián a partir del 17 de junio.

Es "una escena absolutamente bucólica donde los campesinos están bebiendo y celebrando la vida" pero que "está presidida por un cadalso con una urraca", un cadalso dibujado como "una figura geométrica imposible", explica.

Muestra así una "paz que se consigue mediante el imperio férreo de la ley, y el imperio férreo de la ley nunca es claro sino que siempre es esa figura imposible".

Romero ha seleccionado medio centenar de obras del Prado, el mayor préstamo jamás concedido en una vez por este museo. En San Sebastián (350 km al norte de Madrid), también ha reunido piezas de otros museos internacionales.

Pinturas de Goya y Rubens se verán junto a obras de Picasso, del arquitecto suizo Le Corbusier, o la fotógrafa francesa Sophie Ristelhueber, una artista que explora las heridas de guerra de los cuerpos y paisajes en ruina.

Japón enviará cuatro relojes que se quedaron parados por la explosión de la bomba atómica en 1945.

El punto de partida de la exposición es el pensamiento del fraile Francisco de Vitoria, nacido en 1492 y muy crítico con la colonización en América, al igual que el religioso español Bartolomé de las Casas.

Sus escritos sobre el "derecho de gentes" marcan el inicio del derecho internacional y su defensa de la paz.

Obras de artistas contemporáneos y "casos de estudio históricos" completan la muestra central.

Una de ellas, dedicada al conflicto en el País Vasco y programada en el Museo de Arte Contemporáneo de Vitoria, ya ha hecho correr ríos de tinta -aunque no abra hasta noviembre.

En su presentación, se habla de "exorcismo cultural de ETA", un fenómeno "político, militar y cultural".

El uso del adjetivo "cultural" ha sobresaltado al ministerio de Cultura, que expresó el martes su "preocupación" y ha pedido a los organizadores prudencia a la hora de abordar temas "tan delicados".

Su comisario, Carles Guerra, director de la Fundación Tapiés de Barcelona, se explica: "Una de las consecuencias del terrorismo (es que) ha modificado la comunicación", dice a la AFP.

Es un "fenómeno cultural" ya que provocó un 'binarismo' (o se está en contra o a favor) que llevó a una pérdida de capacidad de reflexión que ahora se esta empezando a recuperar, explica.

La exposición se abrirá con una imagen simbólica: la fotografía de una memoria USB roja con la que ETA difundió el texto anunciando su renuncia a la violencia el 20 de octubre de 2011.

El objeto dice mucho sobre "cómo comunicamos este periodo histórico, no con cuadros que representan encuentros entre políticos", dice Carles Guerra al recalcar que no ha habido encuentros de paz sino una simple tregua.

La exposición también recordará al museo de arte moderno Guggenheim de Bilbao, que ha hecho por la paz desde su apertura en 1997 más que "muchas negociaciones políticas, en un sentido muy literal".

Este museo "unió Euskadi (País Vasco) a otro relato, el de la globalización, el turismo, el cosmopolitismo", sentencia Guerra.

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