"Después de un hermoso viaje con mi hijo y con su padre, mezclé alcohol con medicamentos, lo que me hizo perder el conocimiento y hacerme decir y hacer cosas que lamento profundamente", continuaba el comunicado enviado por la actriz de 43 años a la revista Vanity Fair.
"Mi hijo estaba con su padre dormido con los auriculares puestos, por lo que hay que dar gracias. Me tomo todo esto muy seriamente y pido perdón a todos los pasajeros y a la tripulación por el trastorno que les he causado, y estoy agradecida a todas las personas que me ayudaron tras el episodio. Soy un ser humano imperfecto que comete errores y siento mucha vergüenza por el incidente. Estoy realmente triste", añadía la artista.
La protagonista de Crueles intenciones fue trasladada en camilla a un centro hospitalario después de haber consumido medicamentos y alcohol en pleno regreso de sus vacaciones en la costa mexicana junto a su hijo, Arthur, y el padre de este, el diseñador Jason Bleick. Tras ingerir la bebida, la actriz perdió el control de la situación y empezó a gritar que la estaban pegando y maltratando.
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