El escándalo de abusos sexuales que puede suponer el fin de la marca Topshop

  • La firma británica podría verse gravemente perjudicada por las denuncias que pesan sobre su polémico propietario.
Topshop
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En Reino Unido hay varias marcas que son todo un emblema nacional. Burberry, Stella McCartney, Marks&Spencer, Asos...y Topshop. Pero está última se encuentra en graves problemas, porque un escándalo ha explotado en la empresa y le afecta de lleno. Tanto que podría suponer la estocada final para una firma que en los últimos años va dando signos de que su recorrido está a punto de agotarse.

Y todo porque su polémico propietario ha sido acusado de abusos sexuales y acoso a sus propios empleados. Unos sucesos que se habrían sucedido durante años pero que se han destapado ahora, en plena era del 'MeToo' y después de que el caso Weinstein haya abierto la veda a que se denuncie sin temor a este tipo de depredadores sexuales. En este caso, hablamos de Philip Green, uno de los hombres más adinerados de Reino Unido que controla numerosos negocios a través del holding Arcadia Group, en los que están la famosa cadena de tiendas, de la que posee el 75%.

'The Daily Telegraph' fue el primer medio que anunció una investigación sobre un potentado empresario por abusos, pero no pudieron revelar su nombre. Si bien fue un diputado británico el que se atrevió a hacerlo y así poner sobre la mesa algo que supuestamente Green habría intentado callar durante años mediante sobornos a sus empleados. Él se ha defendido negando todas esas acusaciones, que también hablan del racismo del dueño de Topshop, algo que ha quedado patente otras veces con sus comentarios, pues es un ferviente judío que piensa que todo el mundo es antisemita si se atreve a cuestionarle.

Philip Green podría considerarse la antítesis de Amancio Ortega. Mientras que el gallego es extremadamente discreto y austero a pesar de su gran fortuna (unos 56.000 millones de euros según el último listado de Forbes), el británico presume de su opulencia sin tapujos con ejemplos como la fiesta de cumpleaños que celebró hace unos años en las Islas Maldivas durante cinco días, en la que gastó unos 20 millones de libras (22 millones de euros) para agasajar a sus exclusivos invitados.

Por ello, numerosas mujeres de Reino Unido han empezado a llamar al boicot a la marca. Periodistas, escritoras y fotógrafas relevantes del panorama británico han pedido a las ciudadanas que no compren en Topshop ante estas revelaciones. No obstante, esta petición en muchos casos no va a hacer falta, porque este escándalo solo puede suponer la puntilla de una firma que están en claro declive.

De la cima a ras de suelo en menos de una década

Topshop nació en los años 60 como una extensión de los centros comerciales Peter Robinson, si bien en los 70 ambas firmas se separaron, lo que supuso el cierre de estos centros poco después. Un final que demuestra que la historia dorada de Topshop comenzaba a escribirse en esa época. Porque a raíz de esa separación vino el éxito de la cadena, que fue conquistando a las jóvenes británicas por sus prendas modernas, con un toque rockero y punk y precios asequibles, aunque sin llegar a rozar el 'low cost'. A finales de los 70 lanzaron la división TopMan para aprovechar este tirón entre los hombres, aunque esta marca nunca ha triunfado tanto como la originaria.

Su gran explosión vino en la década de los 90, cuando se hizo cargo de ella Jane Shepherdson, la cual llevó a Topshop a ser la primera tienda en vender por Internet en un momento en el que la mayoría de hogares todavía no tenía ni ordenador. Además, se convirtió en patrocinadora oficial de la Semana de la Moda de Londres, logrando una gran repercusión internacional. Así llegaron los años 2000, en los que siguió como referente de moda y alcanzó beneficios superiores a los 100 millones de euros.

Topshop supo asociarse, además, con algunas de las figuras más relevantes de la moda británica por ese entonces, como fue su alianza con la top model Kate Moss. Con ella sacó varias colecciones que fueron un éxito de ventas y que crearon aún un furor mayor por la enseña. Si bien cuando entramos en la década actual todo empezó a cambiar.

Porque a partir de entonces la tecnología comenzó a extenderse a una velocidad de vértigo y la conexión empezó a llegar a todas partes y, también, en cualquier parte, gracias al auge de los smartphones. De ahí a que muchos optaran por comprar su ropa online solo había un paso. Y ahí estuvo el que es hoy el mayor rival de Topshop para aprovecharlo. Hablamos de Asos, la web de moda multimarca británica que se ha convertido en uno de los ecommerces más grandes del mundo que solo en la primera parte de este año ha facturado más de 2.200 millones de euros.

A pesar de que Topshop fue pionero en la venta por Internet, no supo sacarle partido al potencial de la web y cuando lo quiso hacer ya era demasiado tarde. De hecho, intentó remediarlo en 2015 vendiendo a través del principal rival de Asos, la web multimarca alemana Zalando, pero eso no ha sido suficiente. Incluso lanzó una colección con la super estrella Rihanna en 2014 que tampoco logró levantar las ventas. 

Así, Topshop ha llegado a una situación crítica. El pasado año entró en pérdidas de 10,9 millones de libras (12,2 millones de euros) y sus ventas cayeron un 6%, hasta los 933 millones de libras (1.046 millones de euros). Tal es la situación que ha tenido que reducir su extensa red de tiendas -unas 500 en 37 países-, entre ellas las de España, que se cerraron el pasado año en Madrid, Barcelona, Granada y Marbella.

Ahora todo el escándalo alrededor de su dueño puede suponer su final, pues además de la mala fama que esto le puede reportar, el 'low cost' le ha ganado la partida y cadenas como H&M o las del grupo Inditex se han posicionado primeras en la lista de favoritas de los consumidores, pues combinan las tendencias con precios asequibles. Hoy en día, Topshop se considera una firma con precios altos -sus famosos jeans cuestan de media 60 euros y los bolsos están todos por encima de 30- que además va un paso por detrás a la hora de replicar esas tendencias que se muestran antes en las pasarelas, y en la era del 'fast fashion' la rapidez lo es todo.

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