Albert Llovera afirma que se considera un "discapacitado de lujo"

  • Barcelona.- "Me siento un discapacitado de lujo porque puedo ver con mis ojos, mover mi brazos, oír con mis orejas, sentir con mi nariz y tengo la cabeza bastante bien amueblada", asegura a Efe el andorrano Albert Llovera, el único piloto de rallys parapléjico que participa en campeonatos mundiales para personas sin ningún tipo de minusvalía.

Albert Llovera afirma que se considera un "discapacitado de lujo"
Albert Llovera afirma que se considera un "discapacitado de lujo"

Barcelona.- "Me siento un discapacitado de lujo porque puedo ver con mis ojos, mover mi brazos, oír con mis orejas, sentir con mi nariz y tengo la cabeza bastante bien amueblada", asegura a Efe el andorrano Albert Llovera, el único piloto de rallys parapléjico que participa en campeonatos mundiales para personas sin ningún tipo de minusvalía.

Este deportista de 43 años consiguió su licencia tras dos años de tenacidad ante al Automóvil Club de Andorra y la Federación Catalana del Automóvil, que accedieron a su petición "para quitarse de encima a ese pesado moscardón", subraya en su libro "No Límits", escrito con ayuda del periodista Jordi Cantavella (Editorial Planeta).

Y es que sus "No Límits" se manifiestan en todos los aspectos de su vida, desde pasar más de doscientos días al año fuera de casa para participar en rallys y dirigir una ortopedia en Andorra como licenciado en esta materia, hasta dar conferencias en empresas allá donde se le requiere o asesorar sobre las barreras arquitectónicas.

Tampoco se olvida Albert de cuidar de su hija adolescente cuando su tiempo se lo permite, de mantener una excelente amistad con su ex mujer, Cristina, o de frecuentar relaciones "con derecho a roce" cuando surgen, pero sin comprometerse, porque no quiere que nadie le tenga que cuidar en un futuro, confiesa en la entrevista.

Su faceta "multiusos" la manifiesta Albert tanto en prestarse a ayudar a cualquier "amigo de" que haya sufrido un accidente similar al suyo, como en salir de juerga con "sus socios", esos amigos de toda la vida que se volcaron con él tras el accidente y que ahora le acompañan porque les divierte y así ligan más, según confiesan en el libro, y a los que Albert llama "su gran familia ilegal".

"Yo acudo siempre que alguien me pide ayuda, pero procuro hablar antes con su familia y esperar tres meses, hasta que hayan asumido su discapacidad, porque no es agradable ver "tu futuro" ante ti; luego, se alegran de que alguien con muchos kilómetros de silla de ruedas les pueda dar consejos, trucos y recursos", puntualiza Albert.

Albert Llovera no para quieto un minuto. Educado en el seno del deporte de elite dentro del mundo del esquí, a los 17 años se convirtió en el deportista más joven de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sarajevo 1984, representando a Andorra.

"Un año más tarde, el 15 de mayo de 1985, cuando descendía esquiando en Yugoslavia a 105 kilómetros por hora, se me cruzó en la pista uno de los jueces que pesaba más de cien kilos y yo sufrí la peor parte: me fracturé tres vértebras dorsales, sufrí una paraplejia dorsal y perdí el conocimiento", rememora Albert.

Con 18 años, tras una dura recuperación en el Hospital de Vall d'Hebron de Barcelona y su aceptación de la silla de ruedas, descubrió la "verdadera libertad" conduciendo un vehículo adaptado a sus miembros superiores y la adrenalina que le producía la velocidad le hizo pensar en los rallys.

Las alas que consiguió en 1988, al subir al podium como número 1 en el Campeonato de Quads de Andorra le han llevado a alcanzar la cima en el mundo del motor, como lo demuestran sus títulos de Subcampeón de España de Rallys en tierra (2007-2009), su participación en el Dakar (2007) y su participación en seis Campeonatos del Mundo de Rallys entre otros muchos éxitos deportivos.

Unas alas que le han hecho aparecer en dos documentales sobre su vida personal y profesional, "El Mundo es Tuyo", nominado a los Premios Goya 2005, y "Albert Llovera, las alas del Fénix", de una hora, en colaboración con Javier Bardem, con el que tuvo "una gran empatía" desde el primer día.

"Conocí a Javier Bardem en un restaurante de Madrid y sabía perfectamente por dónde me dirigiría para sortear las barreras con mi silla de ruedas, ya que él había hecho ya un montón de kilómetros como minusválido en "Mar Adentro" y "Carne Trémula"; por la noche se fueron de juerga, finaliza Llovera.

Nana de Juan

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