Alemania, ante el debate sobre la conservación de los edificios del nazismo

  • María Navarro Zuil.

María Navarro Zuil.

Berlín, 19 nov.- La inversión de 70 millones de euros (95 millones de dólares) necesaria para restaurar la "tribuna Zeppelin" de Nuremberg, escenario de los multitudinarios congresos del partido nazi, reabre en Alemania el debate latente sobre el mantenimiento de los edificios del horror hitleriano.

Desde hace años, la tribuna desde donde Adolf Hitler se dirigía a los miembros de su partido y presenciaba grandiosos desfiles en su honor presenta problemas de impermeabilización y estructura, que ponen en riesgo la seguridad de los visitantes.

Según las cifras aportadas esta semana por el diario bávaro Süddeutsche Zeitung, las obras de rehabilitación ascenderían a 70 millones de euros (unos 95 millones de dólares), coste que ha enfrentado a quienes se muestran reticentes a recordar el pasado y a quienes defienden la importancia de respetar la historia de un monumento que recibe 200.000 visitantes al año.

El régimen nazi acabó hace más de medio siglo y hoy numerosos edificios y construcciones se encuentran en una situación similar a la tribuna del campo Zeppelin, mientras que otros han sido completamente transformados, borrando su lugar en la historia.

Es el caso, por ejemplo, de la antigua prisión de Spandau, situada en el oeste de Berlín, y en cuyo emplazamiento se alza actualmente un centro comercial.

Construida en 1876 como cárcel militar, fue posteriormente utilizada para el arresto de civiles, pero no fue hasta pasada la II Guerra Mundial cuando alcanzó relevancia internacional.

Allí fueron enviados varios de los dirigentes más importantes del nazismo condenados en los juicios de Nuremberg.

El preso de más larga duración fue Rudolf Hess, jefe del partido nazi y lugarteniente de Hitler, quien, condenado a cadena perpetua, fue durante dos décadas el único inquilino de Spandau, hasta que se suicidó en 1987.

Tras su muerte, la prisión de Spandau, cuya dirección rotaba mensualmente entre las cuatro potencias aliadas, fue derruida y sustituida por el actual centro comercial.

En otras ocasiones, el país ha optado por mantener, sin alterar, el recuerdo de la guerra.

Un ejemplo son las iglesias de San Nicolás en Hamburgo o la Gedächtniskirche de Berlín (en alemán, iglesia del recuerdo) destruidas tras la Operación Gomorra y la Batalla de Berlín, respectivamente.

Tras el final de la contienda, ambas ciudades decidieron conservar intactos sus muros medio derruidos y sus piedras ennegrecidas como memorial.

A veces, en ausencia de ruinas visibles, simplemente un cartel alerta de lo que, en apariencia, no tiene nada de particular, como el aparcamiento berlinés bajo el cual se extiende el búnker donde Hitler y su cúpula pasaron sus últimos días.

El 2 de mayo de 1945, las tropas soviéticas entraban en el refugio donde Hitler y Eva Braun se habían suicidado horas después de contraer matrimonio, y donde Magda Goebbles, esposa del ministro de propaganda, Joseph Goebbels, envenenó con cianuro a sus seis hijos para después quitarse la vida junto a su marido.

Los restos del búnker fueron parcialmente derruidos por las tropas soviéticas en 1947, quedando en el olvido hasta que en 1988 el gobierno de la República Democrática Alemana (RDA) construyó un complejo de apartamentos sobre él.

También ha quedado relegada al olvido la colina de Teufelsberg, en la localidad berlinesa de Grunewald.

Originalmente una escuela técnica militar nazi, su solidez hizo imposible su demolición completa, por lo que empezó a cubrirse de escombros provenientes de otros edificios de la ciudad hasta que se convirtió en el punto más alto de la capital.

Durante la guerra fría, la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA) construyó en su cima una estación de escucha electrónica, pero con la caída del Muro quedó completamente abandonada hasta que fue adquirida por el director de cine David Lynch.

El director de "Terciopelo azul" anunció en su día su intención de construir allí un centro de Meditación Transcendental, movimiento al que pertenece, aunque hasta el momento sirve como lugar de esparcimiento para los berlineses.

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