Madrid.- Asistir a la Fórmula 1 cuesta 300 euros y a Rock in Río más de 60, pero los conciertos de música clásica son "casi gratis" porque están subvencionados, por eso, Alfonso Aijón, el promotor privado más importante de España, está seguro de que "la burbuja musical" explotará, como lo ha hecho la inmobiliaria.
Aijón es madrileño, tiene 79 años y desde hace veinte vive en el pueblo santanderino de Las Presillas, desde donde controla el panorama "privado" de la música clásica en España a través de su empresa, Ibermúsica, que cumple ahora 40 años.
Ibermúsica empezó como agencia de artistas clásicos cuando en España la afición a esa música "era muy baja", y poco después se convirtió en promotora de conciertos y empezó a traer a las mejores orquestas del mundo "con rigor y honestidad", "y siempre lejos de los políticos", explica su propietario en una entrevista con Efe.
Sin enfadarse, pero con contundencia, advierte de que, "excepto un señor de Barcelona" y él, todos los que organizan en España actuaciones de clásica, incluida la ópera, se nutren de subvenciones públicas "con precios políticos, no reales".
"Como mucho ingresan por taquilla el 25% de lo que cuesta traer al solista o a la orquesta y el resto procede de los presupuestos generales del Estado", detalla, por eso está "seguro" de que, con la actual crisis, "los primeros hachazos" los sufrirá la cultura.
"La burbuja inmobiliaria ya ha explotado y ahora le toca a la musical. No habrá más subvenciones y se pagará todo, igual que la Fórmula 1", vaticina.
Aunque no sabe cómo les afectará a ellos la crisis, sí maneja algún dato: Ibermúsica tenía 4.400 abonados "que no se borraban ni a la de tres" porque nunca les ha dado "gato por liebre", pero ya el año pasado bajaron en un 7%.
A su ciclo de conciertos, reivindica, van "los verdaderos aficionados", los que saben lo que cuesta la música, no "los pseudoaficionados", es decir, "los que no están dispuestos a pagar el valor real".
Dice que él ha tenido la suerte de vivir "la edad de oro" de la música clásica, entre 1945 a 1980, pero que "eso" ya pasó: "ahora los jóvenes no aguantan concentrados más de 3 ó 4 minutos y además están sordos".
Sin embargo, ese "dato" contrasta con que en España, "donde siempre ha habido talentos pero no maestros", hay más escuelas de música ahora que nunca, pero es que, lamenta, los músicos cumplen los 17 "y se refugian en una orquesta" y que conste, precisa, "que la JONDE en España o la Mahler en Austria son maravillosas".
Aijón ha conseguido que todos los grandes, como Zubin Mehta, que dirigirá en su ciclo en el Auditorio Nacional el próximo martes, vengan a España, porque, afirma modesto, es amigo de ellos desde joven, cuando les conoció en el "exilio" que "mantuvo" del 56 al 66 por no gustarle, se ríe, "el ambiente" que había en su país.
La primera orquesta que trajo a España fue la Filarmónica de Nueva York, "propiedad de un grupo de señoras de pelo azul" contra las que los músicos se habían declarado en huelga por distintas reivindicaciones.
A pesar de ello aceptaron viajar a España, pero "las señoras" le acusaron de "rompehuelgas" y le demandaron por utilizar el nombre de la orquesta.
Les pagó 90.000 dólares del año 73 por ocho conciertos y, cuando volvieron a casa, no sólo mejoraron sus condiciones laborales sino que, para dejar la huelga, pusieron como requisito que quitaran el pleito que le habían puesto.
"Más difícil que eso, nada, pero mi truco es no ponerme nervioso", dice Aijón, que acaba de regresar de su enésimo viaje al Anapurna: "Cuando vuelvo me importa todo un pito", asegura.
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