Amparo Rivelles: "Prefiero 'dama' a 'vetusta'"

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 8 nov.- Amparo Rivelles, fallecida anoche a los 88 años, era una "diosa" dueña de una rapidez mental y un elegante sentido del humor que la hacían hipnótica para sus "fieles", de Raphael a Nuria Espert, su mejor amiga, con la que compartió una de sus más "gloriosas" anécdotas, a decir de la catalana.

Su amistad había nacido "hace años", cuando interpretaban juntas "un horror de obra", según recordaba Espert en el homenaje con tono "de alta comedia" que le organizaron el crítico Diego Galán, el director de cine Fernando Méndez Leite y la periodista Rosana Torres, en septiembre de 2011 en el Instituto Cervantes.

Cuando Espert vio que los periódicos resumían su actuación con el título "Dos grandes damas de la escena juntas" le preguntó a su compañera si aquello de "dama" le gustaba. "La" Rivelles le respondió: "prefiero eso a 'vetusta'".

Aquella noche, la del Cervantes, los piropos le caían a la madrileña a docenas por boca de Espert, María Dolores Pradera, Raphael y Natalia Figueroa, Lina Morgan o Julia Gutiérrez Caba, y de sus familiares directos, de Luis Merlo a Amparo Larrañaga pasando por los "políticos" María Luisa Merlo o Maribel Verdú.

"Ha sido el día más feliz de mi vida desde hace muchos años", agradecía la actriz de ojos "de buscar piso", como recordaba Pradera que decía de ella su madre, un homenaje que duró el doble de lo previsto con un auditorio que siguió admirado las anécdotas de una carrera que empezó con 14 años y que concluyó con 72.

"Ay, no con 82", se corregía coqueta a sí misma la protagonista provocando las carcajadas de todos los que tanto la querían.

Era, dijeron sus "devotos" esa noche, "una leyenda viva de la escena", una fascinante mujer moderna, apasionada, maestra y sabia, un gran ser humano, generosa, maternal y una pionera.

Raphael le declaró su "gran pasión", algo que Natalia Figueroa, su mujer, había soportado "con resignación cristiana" y reveló que el máximo deseo de Rivelles, "cuando fuera mayor", era verse "monísima" y comiendo nécoras.

"La actuación ha sido mi vida. He tenido la suerte de trabajar en lo que me gusta y me divierte, aunque la risa ha sido mi falta. Hoy estoy feliz. Las he pasado canutas pero esto me compensa", señalaba, vestida con un sobrio pantalón oscuro y una camisa de seda de color crudo, y delgada como no había estado nunca.

"Soy la actriz que más hambre ha pasado, pero porque no comía porque estaba muy gorda. Ahora como y estoy delgada. Será para irme acostumbrándome al esqueleto, que ya me queda poco", bromeaba entonces ante el regocijo emocionado del público.

La actriz, que falleció en la Clínica de la Concepción de Madrid donde había ingresado hace unos días, había dictado "testamento vital" y había determinado que "la desenchufaran" si su estado era irreversible, explicaron a Efe fuentes cercanas a la actriz.

La "gran estrella femenina del cine español en la década de los 40", según explicaba Galán, fue la única actriz española que trabajó con Orson Welles, estaba muy orgullosa del papel que hizo en "Los gozos y las sombras" y de la que fue su última obra de teatro, "La duda", en la que anunció que se retiraba.

La actriz ha revelado que cuando Welles le ofreció el papel le llegó el libreto en castellano pero que ella también lo quiso estudiar en la lengua del norteamericano.

"Cuando llegué le pregunté 'cómo lo prefiere en español o en inglés'. Le dejé machacado. Menos mal que me dijo que en castellano, si no, qué lío", se reía.

Rivelles recordaba que igual que su primera aparición pública y oficial en un teatro fue en Santander, con 14 años en "Nuestra Natacha", quiso que la última fuera allí, y por eso, cuando llevaba cuatro funciones de "La duda" y ya "no podía más de dolores" en las piernas, salió a saludar y anunció a todos que esa sería, "probablemente", su última función.

"Antes de hacer el ridículo prefería dejarlo", admitía la actriz, que se declaró una mujer de "increíble" suerte y una "vergonzosa" que deseaba que "se quemara el teatro" o que "se muriera un espectador" con tal de no tener que salir a actuar y, al final, a saludar.

Nunca, "pero nunca, nunca", se le "antojó" casarse y estaba "muy contenta" de su decisión. De hecho, barruntaba, era muy probable que su única hija llevara más de 40 años casada con el hombre del que se "enamoró" a los 6 años porque "nunca había tenido que ver los problemas del matrimonio de sus padres". EFE

cb/cat

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