André Courrèges, un anticonformista que transformó la moda de los 60

  • El diseñador André Courrèges, que murió el jueves en París a los 92 años, simbolizó gracias a su anticonformismo la revolución de la moda de los años 1960 con sus minifaldas, sus botas blancas y su estilo futurista.

"La vestimenta debe huir de lo convencional", proclamaba Courrèges, para quien la moda no era un modelo a adoptar sino "una forma de vivir".

Al intuir las transformaciones de la sociedad en vísperas del revolucionario 1968, comprendió muy rápido que la mujer ya no estaba limitada al papel de esposa: manejaba automóviles y se ganaba la vida.

Este ingeniero de formación nacido el 9 de marzo de 1923 aprendió el arte de la creación de modas junto al español Cristóbal Balenciaga y concibió una estética basada en líneas puras y sobrias.

Consideraba la jornada de trabajo "como una prueba deportiva" y comenzó por liberar a las mujeres de los tacones altos, cambiándolos por botas planas. Eso le obligó a rever las proporciones del cuerpo femenino, explicó Valérie Guillaume en su libro "Courrèges" (1998).

Sombrero para agrandar la silueta, vestidos que dejan los hombros al aire, pies y pantorrilas cubiertos por botas botas o medias. "Al utilizar los hombros como punto de apoyo, hago despegar la ropa del resto del cuerpo", explicaba.

En este contexto aparece la minifalda y hasta el día de hoy sigue la polémica: ¿Quién la inventó, la inglesa Mary Quant o el francés André Courrèges?

Los especialistas consideran que la minifalda es obra de Mary Quant pero que André Courrèges le dio visibilidad al imponerla en la alta costura de París, a pesar de que escandalizó a algunas leyendas como Coco Chanel.

El diseñador fue, además, creador del body "segunda piel", de una sola pieza, que se desliza bajo un vestido o se usa con chaquetas de vinilo, materia que este creador hace entrar en el guardarropa, sin olvidar los famosos anteojos blancos con rayas horizontales.

La otra firma inconfundible de Courrèges, que apuntó a la juventud y al futuro, es el blanco, omnipresente tanto en la ropa como en el espacio que la rodea. También los juegos geométricos en blanco y negro, con rayas anchas verticales o estampados damero.

"Al igual que Le Corbusier, que hizo penetrar la luz en las casas que concebía, yo quise hacer entrar la luz en mi ropa", decía este apasionado de arquitectura.

Inseparables en la vida y en el taller, André Courrèges y su esposa Coqueline -a la que llamaba su "creatividad complementaria"-, inauguraron en 1961 su casa de modas en París. Un año más tarde, Courrèges impuso los pantalones en toda una colección para el día y la noche. La cantante Françoise Hardy se convirtió en su musa inspiradora.

El éxito fue tal que en 1966 y 1967, cansado de que lo copiaran, André Courrèges decidió no volver a presentar sus creaciones en desfiles. Llegó incluso a cerrar su casa de modas para dedicarse a la "couture future", la alta costura accesible a todas, gracias a la fabricación en serie, los primeros pasos del prêt-à-porter.

En 1970, tras el nacimiento de su hija Marie, creó la nueva línea "Hyperbole" destinada a los más jóvenes, y una colección deportiva.

Dos años más tarde, abrió un taller en Pau -su ciudad natal en el suroeste de Francia-, un edificio futurista a la vanguardia de la tecnología para realizar las colecciones. Ese mismo año, diseñó los uniformes oficiales de la delegación francesa en los Juegos Olímpicos de Múnich.

Sus desfiles eran verdaderos conceptos, desde la gigantesca burbuja transparente instalada en el jardín botánico de París en 1980 a los 130 músicos que en 1985 ocuparon un gran hotel de Tokio.

En 1994, André Courrèges se retiró para dedicarse a sus otras pasiones, la escultura y la pintura, y dejó la marca en manos de su esposa.

Adquirida en 2011 por un dúo de publicitarios franceses, la marca Courrèges está actualmente en plena reactivación tras el nombramiento en 2015 de dos jóvenes creadores franceses talentosos, Arnaud Vaillant y Sébastien Meyer.

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