Isabel II le corta el grifo a Andrés de York: le retira el salario de 300.000€ anuales

  • El hijo de la Reina de Inglaterra recibía una paga de su madre y una pensión de la Marina que suman una cifra de 315.000 euros al año.
Andrés de York
Andrés de York
EFE

Andrés de York vive el peor momento de su vida. Acorralado por el escándalo Epstein, en el que ha salido acusado de haber tenido relaciones sexuales con una mujer cuando era menor de edad, y numerosos testimonios e imágenes de fiestas en las se le ve rodeado de jovencitas y bastante perjudicado, el hijo de la Reina de Inglaterra ha tenido que dimitir de todas sus funciones públicas para no ensuciar a la corona inglesa, uno de los mayores escándalos que han sufrido jamás los Windsor.

Andrés de York lleva meses en el ojo del huracán, desde que empezó la investigación el millonario americano que dio con él en la cárcel y provocó su posterior suicidio. Desde entonces, cada día han salido más y más pruebas de los desfases de Andrés de York con chicas jóvenes en fiestas desfrenadas. Un caudal de noticias que se le han llevado por delante y que han obligado a la Reina a tomar una decisión: dejar a su hijo sin su salario anual por sus trabajos a la corona

Andrés lleva años sin trabajar, desde que dejó la carrera en la Marina a principios de los 2000, y aunque ha ocupado algunos cargos diplomáticos, acabó siendo destituido precisamente por sus relaciones con millonarios de las que se aprovechaba para sacar rédito. Así, la Reina Isabel le asignó un salario por sus funciones públicas como miembro de la familia real de casi 250.000 libras -291.000 euros-, a la que hay que sumar la pensión de 20.000 libras -23.000 euros- que recibe de la Marina como jubilación.

Después de la renuncia de este miércoles, también se despide de esos cerca de 300.000 euros que cobraba del erario público, solo le quedarían los 23.000 que recibe de su carrera militar. Un dinero insuficiente para el alto tren de vida que lleva el príncipe, que ha sabido rodearse muy bien durante toda su vida de influyentes y ricos amigos.

Andrés vive en una vivienda de la corona inglesa en Windsor Great Park, una casa de 30 habitaciones que sigue compartiendo con su exmujer, Sarah Ferguson, con la que mantiene una extraña relación de idas y venidas. En 2014, el hijo de la Reina no dudó en gastarse 75.000 libras -87.500 euros- en reformar la mansión. Pero lo mejor es que ese mismo años se compró un chalet en el complejo suizo de Verbier que le costó 13 millones de libras -15 millones de euros-

Esta imponente casa, llamada Chalet Helora, cuenta con siete habitaciones, una piscina cubierta, sauna, terraza y bar y antigüedades de incalculable valor por toda la vivienda. Se calcula que alquilarla una semana costaría cerca de 30.000 euros

Pero además de tener un buen patrimonio inmobiliario, a Andrés le gusta darse algún capricho personal que otro. En 2015 fue visto luciendo un reloj de Apple de 18 quilates valorado en 14.000 euros, además conduce un Bentley, uno de los mejores coches del mercado. 

Vida de rico sin serlo

Si bien, la prensa británica se pregunta de dónde saca el dinero el príncipe para llevar este elevado tren de vida, pues el salario de la corona no le daría para tanto. No obstante, durante la primera década de los 2000 fue enviado comercial del Reino Unido a diferentes países, sobre todo árabes, un cometido que parece que usó en beneficio personal.

El Parlamento británico acabó destituyéndolo en 2011 al no lograr ningún contrato internacional para el país en ese tiempo, en el que estuvo en países como Egipto, Qatar, Bahrein o Kuwait varias veces, viajes pagados por el contribuyente británico. En esos desplazamientos tuvo reuniones con jeques y hombres muy poderosos de Oriente Medio, con los que él podría haber hecho su propio 'business'.

Pero eso no hizo que los viajes a gastos pagados cesaran. Al haber tejido una buena red de amistades en países como Bahrein, Azerbaiyán o Kazajistán, donde ha ido incluso con su exmujer y sus hijas. Vuelos y estancias de nuevo pagadas por el Estado. 

Ahora, su dimisión de la vida pública hará que esa vida pare, al menos de cara a la galería. Si la casa real quiere conservar su reputación, el hijo de la Reina no puede continuar con este elevado estilo de vida, que lleva siendo escrutado por la opinión pública muchos años.

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