Anna Pagès: Si la democracia es "poder hablar", ¿qué es lo que falla aquí?

  • Si la democracia fue definida por Hanna Arendt como el "poder hablar", en España algo falla cuando hay miedo a discutir ciertos temas y es que "olvidar el pasado no es huir hacia delante, es recuperar algo que se perdió en la memoria de cada uno", aclara la filósofa Anna Pagès sobre un equívoco usual.

Getu Arteche

Madrid, 13 ago.- Si la democracia fue definida por Hanna Arendt como el "poder hablar", en España algo falla cuando hay miedo a discutir ciertos temas y es que "olvidar el pasado no es huir hacia delante, es recuperar algo que se perdió en la memoria de cada uno", aclara la filósofa Anna Pagès sobre un equívoco usual.

Autora de "Sobre el olvido", obra de la que ha hablado con EFE, profesora universitaria, Pagès forma parte de la cátedra Ramón Llull -que acerca las Humanidades a los acontecimientos del presente-, en el grupo de investigación "Antropología y Pedagogía".

Su nuevo libro (Herder) es una crítica a la concepción más usual del olvido como "huida hacia delante".

"El olvido es una renuncia -seguramente precaria- al pasado después de haberse aferrado a él", escribe, "pero no debería ser una huida, ni del pasado, ni del futuro, porque entonces sería una irresponsabilidad".

Pagès plantea que "lo sucedido queda inscrito en la subjetividad de cada uno como trauma" (lo que no se alcanza a elaborar) y que, lejos de negarlo, hay que saber que "está ahí, intentar ver y fundar un presente posible".

El retorno al pasado como "certeza" o la anticipación del futuro como "control" impiden "lanzarse a la vida en el riesgo del amor", resume, pero también impiden "vivir en la experiencia con los otros, en el vínculo con la cultura y en la posibilidad de la creación del arte".

El olvido es "un límite" a la insistencia del pasado "tanto cuando nos negamos a olvidar como cuando queremos olvidar a toda costa", explica, porque olvidar es "abrir un nuevo espacio a la invención".

La edición del libro de Pagès coincide con la de otro, que publica Debate, titulado "Contra la memoria", donde el estadounidense David Rieff, que presenció las matanzas de Bosnia, confiesa, fruto de esa experiencia, que allí aprendió a "detestar" y a "temer la memoria histórica colectiva".

Rieff ofrece un alegato contra nuestra pasión por el pasado, considerando que la memoria de horrores pasados "enciende profundos odios étnicos, violencia y guerras".

Y es que "olvidar no puede ser 'no pensar'", puntualiza Pagès, que advierte de que ya Heidegger aludió a nuestra época como "la de la huida del pensar". Por eso escribió "Sobre el olvido".

"Imaginamos que ya está olvidado lo que no lo está", constata. Porque "el horror está ahí y hay que poder pensarlo de algún modo si queremos superarlo, dar un paso más, pero esto "requiere una lucidez".

"La lucidez del que se hace preguntas e intenta deducir algo que no es únicamente la emoción del recuerdo que vuelve insistente", eso que ilustran bien quienes regresaron del holocausto, como Primo Levy, o Jorge Semprún en "La escritura o la vida".

El intelectual superviviente de Buchenwald, fallecido hace poco más de un año, contó cómo evitaba escribir por miedo al dolor de elaborar, y cómo pudo hacerlo cuando dejó la política que le estaba sirviendo de huida hacia delante.

A Semprún se le abrió ese "espacio a la invención" -que se abre con el olvido-, pudo hacerlo y logró escribir.

En la sociedad española el pasado de la confrontación sigue siendo un tabú, porque no se ha elaborado y no hay olvido. "Las leyes de la memoria histórica no pueden ser un imperativo, pero sí hay que hacer algo con eso, perder el miedo a recordar, sacar a la luz cosas que sucedieron y hablar del presente", dice Pagès.

Tenemos una democracia más o menos estructurada pero "dejamos sin tocar lo más difícil", advierte, y eso "impide afrontar debates verdaderos, lo vivido en la confrontación se vuelve a repetir, insistiendo en la lógica del habla de la gente".

La actual aceleración del tiempo favorece la huida hacia delante, siempre en urgencia, y el desconocimiento de uno mismo es cada vez mayor.

"Sin pensar, sin hacerse preguntas, sin situar los acontecimientos y ver lo que uno hace con su tiempo, y dejando atrás sin elaborar las cosas que han pasado, lo que uno hace es negarse", advierte la filósofa.

"Para que haya un presente y un ahora tiene que haber alguien", dice en su libro y llama a "caminar, en lugar de circular, dibujando un mapa de uno mismo en el lazo con los otros".EFE.

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