Apoteosis de Talavante, a hombros con un Manzanares que no le hace ni sombra

  • Alejandro Talavante puso broche triunfal a la feria de San Juan, con un triunfo rotundo de tres orejas, saliendo a hombros junto a José María Manzanares, que paseó dos trofeos, triunfo sin embargo que no hizo ni sombra al del primero, hoy en Badajoz.

Juan Miguel Núñez

Badajoz (España), 26 jun.- Alejandro Talavante puso broche triunfal a la feria de San Juan, con un triunfo rotundo de tres orejas, saliendo a hombros junto a José María Manzanares, que paseó dos trofeos, triunfo sin embargo que no hizo ni sombra al del primero, hoy en Badajoz.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Zalduendo, escasos de presencia, justos de fuerzas y de poca raza. Tanto que la suerte de varas fue casi un simulacro.

José Antonio "Morante de la Puebla": dos pinchazos y estocada baja (silencio tras aviso); y casi entera perpendicular y atravesada (pitos).

José María Manzanares: pinchazo en la suerte de recibir y estocada (oreja); y estocada (oreja).

Alejandro Talavante: estocada ligeramente desprendida (oreja); y estocada saliendo prendido y descabello (dos orejas).

En cuadrillas, saludaron Curro Javier y Juan José Trujillo en los toros segundo y quinto, respectivamente, y en ambos compartió aplausos "el tercero" Luis Blázquez.

La plaza tuvo casi tres cuartos en tarde de calor asfixiante.

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COMPROMISO GRANDE DE TALAVANTE

La vuelta a la normalidad, un día después del gran acontecimiento de José Tomás potenciado con el triunfo también del "Juli", pasa también por la apoteosis de Alejandro Talavante, que sumó tres orejas en una tarde muy importante para él.

Un Talavante lucido con el capote en su primero, en el recibo a la verónica y en quite por chicuelinas. Muy quieto desde el principio el torero, consiguió dominar al animal, que pegaba un incómodo tornillacito al final de los pases.

Faena claramente a más en la que predominó la firmeza y el mando, primero para limar asperezas y después para torear en lo fundamental muy relajado y con gusto, amén de pasárselo siempre muy cerca. Paseó también un apéndice.

Pero donde realmente se apretó Talavante para poner el festejo en categoría fue en el sexto. Emocionante recibo intercalando verónicas y chicuelinas.

Talavante tomó sorpresivamente las banderillas, un regalo en su tierra, con los colores de la bandera de Extremadura. Naturalmente contó más que nada el detalle, aún dejando los seis "palos" en el toro, además de que el tercer par en quiebro por los adentros tuvo también su aquel.

Y luego, el lío. Desde cuatro estatuarios en el mismo centro del redondel, con cambio por detrás, molinete invertido y el de pecho, sin rectificar. Y de ahí en adelante por la derecha intercalando "talavantinas", que son como pases de las flores por detrás, y recortes, en un espacio mínimo. La plaza, boca abajo.

Al natural también siguió muy reunido con el toro. Temple y mando, todo de una estética inmaculada, y con el aderezo de la emoción. Más allá de alardes, el planteamiento de Talavante fue de absoluta seriedad y entrega. Torería y valor al cincuenta por ciento.

Bernadinas en el final y emoción desbordada en la estocada, al entregarse tanto que salió por los aires, prendido durante un tiempo, por fortuna sin consecuencias. Necesitó de un descabello, pero ni qué decir que la petición del doble trofeo fue unánime. Una salida a hombros con todo merecimiento, a lo grande.

Manzanares estuvo elegante, estético, pero sin entrar en profundidades con su primero, toro poca cosa de apariencia y muy colaborador. La faena tuvo suavidad y gusto, a base de cintura y muñeca, pero arrimándose poco.

Y un inconveniente, la falta de fuerza para agarrar el estaquillador, pues llegó a perder la muleta dos veces, primero en un cambio por delante y posteriormente en un natural, que quiere decir que fue faena en dos tramos. Así y todo, y con el pinchazo antes de la estocada, le dieron una oreja barata.

Tampoco ahondó mucho Manzanares en el quinto, toro que llevaba la cara suelta, con el que fue difícil centrarse en los primeros compases. Manzanares lo toreó mucho sobre la derecha, hasta seis tandas. Hubo limpieza pero no hilván.

Lo bueno vino al cambiar de mano, en la segunda tanda al natural. Ahí tomó altura la faena, lástima que estaba ya en el tramo final. Pero todavía se recreó en dos "cositas" sandungueras, definitivas para que, tras la estocada, paseara otra oreja, salvoconducto para la salida a hombros.

"Morante" no se centró con el toro que abrió plaza, blando y bajito también de raza, pero que a la salida del caballo se vio como iba largo y por abajo.

Hasta bien avanzada la faena de muleta no se decidió "Morante" a ponérsela de verdad. Ni un pase limpio, ni dos seguidos. Aún así le jaleó el público cuando se compuso en unos pretendidos pases sueltos, de uno en uno. Nada del otro mundo. El silencio final tras el arrastre también lo dice todo.

El cuarto, de poca raza y menos fuerzas, para terminar de arreglarlo se pegó un volatín que terminaría de quebrantarlo por completo. "Morante" hizo como que quería con la muleta, pero perfilero, poniéndose por fuera.

Fue simulacro de toreo, en media tanda al natural y otra media por la derecha. Y cuando menos se esperaba se puso a tocarle las orejas, cortándole el viaje. "Morante" se fue a por la espada en medio de una fuerte pitada.

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