Artísticas pero resbaladizas, Lisboa debate el futuro de sus genuinas aceras

  • Exportado a ciudades de varios continentes, el artístico pero deslizante empedrado portugués dirime su futuro en Lisboa, donde el Ayuntamiento aboga por cambios en su configuración, mientras que asociaciones culturales piden conservarlo intacto.

Antonio Torres del Cerro

Lisboa, 1 abr.- Exportado a ciudades de varios continentes, el artístico pero deslizante empedrado portugués dirime su futuro en Lisboa, donde el Ayuntamiento aboga por cambios en su configuración, mientras que asociaciones culturales piden conservarlo intacto.

Inadvertida para algunos, atracción turística para otros, la acera de piedras calcáreas con forma de mosaico se considera un distintivo de las ciudades de Portugal adaptado internacionalmente a emblemáticos locales como el famoso paseo de la playa de Copacabana, en Río de Janeiro.

El genuino pavimento portugués recoge tanto críticas por la complejidad de su conservación y su facilidad para resbalar, como ardientes defensas, por su valor histórico-artístico y bajo coste.

Para el Ayuntamiento de Lisboa, el empedrado luso es un "marca de identidad" que ha de preservarse, aunque con ajustes que permitan "aumentar la seguridad y el confort de los peatones", según explicó a EFE el concejal de Urbanismo del Consistorio, Manuel Salgado.

"La acera (...) está mojada y además a veces en mal estado de conservación. Es una superficie insegura e incómoda, propicia caídas, algunas con consecuencias graves", alertó Salgado.

Las empinadas calles de Lisboa y el envejecimiento de su población -al menos un 25 por ciento de los habitantes tienen 65 años o más- son otros dos factores que inciden en la potencial peligrosidad de este tipo de pavimento.

A pesar de que los planes del Ayuntamiento aún no están completamente definidos, algunas plataformas en defensa del Patrimonio y la Cultura se han apresurado en alertar de la amenaza que entraña para la acera portuguesa el proyecto de renovación genérico que ya aprobó el poder local.

MyiArts, una entidad lusa de apoyo a las artes, la cultura y el turismo, ha presentado una solicitud con más de 2.000 firmas al Consistorio con el objetivo de salvar "un icono" del país que además es "patrimonio histórico" y de Portugal, dijo a EFE su presidente, Ivan Braz.

Lo que falta es "mantenimiento" para evitar accidentes, refirió Braz, quien incidió en que sería mucho más barato preservar el empedrado en buenas condiciones que sustituirlo.

"Hay una diferencia de costes por encima del 500 por cien", calculó.

El empedrado portugués, utilizado desde hace siglos en muchas ciudades lusas e inspirado en las calzadas romanas, incluye además un método de construcción artesanal sin cemento que demanda operarios especializados.

Los "Calceteiros", con su inseparable martillo, son artífices del singular y llamativo empedrado de Lisboa, donde incluso se erigió una estatua en plena Baixa (centro de la ciudad) para homenajearles.

Precisamente, la dificultad para encontrar a estos artesanos es otro factor que contribuye a la degradación del piso, que presenta en ocasiones peligrosos hoyos, argumenta el Ayuntamiento.

La falta de vocación está motivada, en parte, por la dureza de la labor de los "Calceteiros", quienes trabajan en difíciles condiciones, "de cuclillas, a cielo abierto, bajo sol intenso u otras inclemencias", recordó el concejal Salgado.

La obra de estos artesanos, sin embargo, ha llamado la atención de estudiantes de urbanismo y arquitectura de otros países. El pasado marzo una comitiva de estudiantes universitarios suizos se desplazó a Lisboa para conocer mejor esta genuina técnica.

Mientras el devenir del empedrado está siendo objeto de debate, el Consistorio ya baraja varias opciones, entre ellas, el uso de una piedra más adherente que evite resbalones o el uso de cemento para evitar que se desprendas las piedras.

No obstante, MyiArts teme que el plan de renovación del Ayuntamiento entierre una técnica netamente portuguesa exportada a ciudades como Río de Janeiro, a Los Ángeles o a la antigua colonia lusa de Macao, enumeró Braz.

Para blindarlo, la plataforma que dirige quiere solicitar su clasificación como Patrimonio Cultural de Portugal y después como Patrimonio Mundial de la Unesco.

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