Atiq Rahimi retrata las heridas de su Kabul natal en "El regreso imaginario"

  • Madrid.- El escritor afgano Atiq Rahimi, premio Goncourt en 2008 y exiliado en París desde hace casi dos décadas, decidió que tenía que volver a su tierra para apresar el origen de "sus heridas y cicatrices". El resultado: un relato poético y onírico, con fotografías en blanco y negro de un país arrasado.

Atiq Rahimi retrata las heridas de su Kabul natal en "El regreso imaginario"
Atiq Rahimi retrata las heridas de su Kabul natal en "El regreso imaginario"

Madrid.- El escritor afgano Atiq Rahimi, premio Goncourt en 2008 y exiliado en París desde hace casi dos décadas, decidió que tenía que volver a su tierra para apresar el origen de "sus heridas y cicatrices". El resultado: un relato poético y onírico, con fotografías en blanco y negro de un país arrasado.

Un Kabul devastado por los talibanes que fue fotografiado en todos los sentidos por el autor de "La piedra de la paciencia" durante el viaje que hizo en 2002, después de haber salido del país en 1984, y que ahora se publica en España con el título "El regreso imaginario", editado por Demipage.

"Cuando llegué todo me parecía tan onírico como en un sueño o una película. No podía creer que esas miserias, que esas ruinas fueran posibles. Esa extrañeza me hizo sentir extranjero y esquizofrénico. Con dos Atiq, uno el que se quedó y el otro, el que se fue", explica Rahimi (Kabul, 1962) a Efe.

Unos sentimientos que superaron las primeras expectativas del autor, que llevaba varias cámaras digitales e iba acompañado por otras personas para que le ayudaran, por encargo de varios magacines franceses que le pidieron un reportaje.

"Esto no podía ser captado por ninguna cámara digital -relata el autor-. Y, de repente, encontré una cámara que fue creada en Afganistán en 1848 por unos ingleses, y que hoy siguen usando para hacer fotos como de retratos inmóviles, y me funcionó. Primero se rieron de mi, pero al final esta cámara captaba lo que quería mostrar de Kabul".

"Recogí toda su miseria. Todo lo que no se puede atrapar porque es etéreo. Y seguí haciendo fotos y fotos, al tiempo que con mi objetivo quería relatar mi propia vida -continúa-. Esa cámara me dio esa mirada nostálgica que perseguía", recalca.

Rahimi ha plasmado unas imágenes veladas y borrosas en blanco y negro que, a pesar de haber sido captadas en 2002, parecen reflejar un mundo arcaico, devastado, pobre, con barrios miserables por donde en otro tiempo circularon sus amigos y padres, de origen acomodado y cosmopolita, y las mujeres, sin cárceles hechas de velos.

Unas imágenes que parecen sacadas en otro tiempo y que hoy resultan arcaicas. "Tu ves las fotos y dices: esto era el pasado; pero no, es el presente. Es una atemporalidad de un país que está parado y devastado", añade.

"Quiero fotografiar estas heridas. -Antes que tú vinieron prestigiosos fotógrafos que lograron sacar unas imágenes sublimes de estas heridas....- Pero no es la belleza lo que yo persigo. Reavivar la sensación que invade al hombre cuando se fija en una cicatriz, esto es lo que pretendo", escribe Rahimi en el libro.

Encararse con esa cicatriz es lo que ha buscado este escritor que en "La piedra de la paciencia" narraba en un texto bellísimo el monólogo de una mujer tendida en un colchón a los pies de su marido al que le han metido un tiro en la nuca, mientras las balas pasan a su alrededor. Hasta que ese hombre, en apariencia un vegetal, estalla al escuchar las palabras libres y vivas de su mujer.

"Con la cicatriz sólo queda operarse o asumirla. Y eso es lo que hay, porque desde que nacemos partimos con la herida. Primero hay una ruptura con la madre y después una tras otra. Sólo queda ir asumiéndolas", dice este escritor de ojos azul cielo, al que el éxito del Goncourt y la publicación del libro en casi todas las partes del mundo no le dejan tiempo para escribir.

"Ahora Jean Claude Carriere ha terminado la versión del libro para el cine y se rodará en persa", concluye el escritor.

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