"Cabezas tocadas", un delicado tributo a Balenciaga a través del sombrero

  • Diseñadora de ingeniosos, elegantes y coloridos sombreros, Candela Cort entabla una conversación atemporal con el diseñador Cristóbal Balenciaga en "Cabezas tocadas", una exposición inspirada en la figura del maestro costurero español, para el que ha concebido sinuosos sombreros y tocados de ensueño.

Celia Sierra

Madrid, 21 abr.- Diseñadora de ingeniosos, elegantes y coloridos sombreros, Candela Cort entabla una conversación atemporal con el diseñador Cristóbal Balenciaga en "Cabezas tocadas", una exposición inspirada en la figura del maestro costurero español, para el que ha concebido sinuosos sombreros y tocados de ensueño.

"Ha sido un auténtico diálogo de épocas. He trasladado a Balenciaga a mi estudio, dándole un puntito de modernidad, y en el proceso yo he adquirido un poco de clasicismo", señala a Efestilo la ecléctica diseñadora de sombreros, ante las múltiples creaciones que ha realizado para una exposición que acogerá el Museo de Balenciaga del 3 mayo al 26 de abril.

Candela Cort (Madrid, 1959) comenzó hace más de tres décadas a armar joyas, broches y collares, con todo lo que encontraba -papel, botones, alambre, todo lo que pasaba por sus manos, y luego se pasó a diseñar sombreros "por puro narcismo", ya que le sentaban "muy bien", asegura.

Lo que comenzó como una afición para ella y su familia, se convirtió en su profesión, aunque siempre como algo a medio camino entre el arte y la moda: "Me siento muy libre, porque no pertenezco a ninguno de los dos mundos, no sigo las tendencias y no hago colecciones temporales", sentencia.

Reconoce que se sentía "pequeña" al lado de un "mito" como Balenciaga, un diseñador al descubrió gracias a su madre -que tenía varias prendas suyas-, y que además de estar considerado como uno de los referentes de la moda contemporánea, fue el primero en "sacar el nombre de España fuera de España".

Los materiales que ha utilizado en las piezas de esta exposición son los mismos que utiliza habitualmente para sus ingeniosos y voluptuosos tocados y sombreros, que van desde tul, a cerillas, pasando por madera, alambre, mimbre o papel; en una variada gama de elementos que reflejan su ecléctica personalidad y fuentes.

Entre todas las piezas, destaca un tocado con soporte de diadema ataviado con flores y hojas de tonos pastel que brotan en multitud de direcciones, o una pieza de encaje rosa rematado con un ramillete de flores y las formas volubles de la gasa de tul, en tonos fucsia, magenta y rosa palo.

"Cabezas tocadas" está dividido en tres apartados, el primero es una especie de laboratorio de Cort, que reúne a pequeños maniquíes de alambre -apenas 15 centímetros de altura- ataviados con prendas del creador vasco; mientras que en otro apartado la ingeniosa sombrerera dialoga con fotografías que reproducen fragmentos de vestidos de Balenciaga.

Por último, una selección de tocados sobre maniquíes de tamaño natural muestra trabajos de la propia Candela Cort, realizados en los últimos años, y como muestra de sus más actuales líneas de diseño.

A Cort le gustaría que el visitante que acuda al Museo Balenciaga se quedara por un lado con la grata impresión de la obra de Balenciaga, pero que también se divirtiera con sus creaciones, que siempre tienen "un punto lúdico, de juego".

Y es que con sombrero, afirma sin dejar lugar a dudas, "la vida es más divertida" y para aquel que no se lo crea, le anima a que vista su cabeza, pero aconsejado por algún especialista, porque siempre "hay un sombrero para cada persona, para la única que no hay un sombrero es para aquella que no le apetece ponérselo".

En España hay muchas reticencias a llevar sombreros y tocados, probablemente por miedo al "qué dirán y al ridículo", pero ella considera que es mejor el "atrevimiento, a ir uniformado".

En este sentido, Candela Cort no dudó en alabar a Beatriz y Eugenia de York -hijas de Sarah Ferguson y Andrés de Inglaterra- por los imposibles tocados que llevaron a la boda de Kate Middelton y Guillermo de Inglaterra cuando el resto de expertos en moda las criticaron.

"Para mi chapó, se pueden poner lo que quieran. El hecho de que se atrevan ya me parece para quitarse el sombrero, prefiero eso a la vulgaridad. Hay que ponerse el mundo por montera", concluye.

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