Carlos Castán construye en "La mala luz" un ejercicio lírico sobre el miedo

  • "El monstruo estaba hecho de miedo", de Lindsay Gresham, o "Estábamos muertos y podríamos respirar" de Paul Celán, son dos citas con las que abre el cuentista Carlos Castán su primera novela "La mala luz", una declaración de intenciones que deja ver el fondo de este libro lírico e intenso sobre el miedo.

Carmen Sigüenza

Madrid, 31 oct.- "El monstruo estaba hecho de miedo", de Lindsay Gresham, o "Estábamos muertos y podríamos respirar" de Paul Celán, son dos citas con las que abre el cuentista Carlos Castán su primera novela "La mala luz", una declaración de intenciones que deja ver el fondo de este libro lírico e intenso sobre el miedo.

Carlos Castán nació en Barcelona en 1960, pasó su infancia y años de formación en Madrid y actualmente es profesor de Filosofía en Zaragoza y está considerado como uno de los cuentistas mejor acogidos por la crítica, con títulos como "Frío de vivir", "Museo de la soledad" o "Solo de lo perdido".

Ahora hace su primera incursión en la novela, con un libro singular con un largo monólogo, una historia río, una narración hipnótica, en la que es tan importante la forma como el fondo de la historia sobre el miedo, la soledad, el amor y la ansiedad.

Una historia que no es otra que la de un narrador que intenta salir de un abandono amoroso y la de su gran amigo, Jacobo, que también vive un matrimonio fracasado. Ambos comparten veladas de lecturas, libros, cervezas, pero Jacobo tiene un miedo angustioso que solo puede mitigar con la presencia de su amigo.

Un día Jacobo aparece descuartizado en su casa y es ahí cuando empieza el protagonista a ocupar su puesto y entre las sorpresas que le deparará la experiencia está Nadia, la mujer que veía a su amigo.

Una historia trepidante, editada por Destino, con intriga pero sobre todo un texto existencialista y estético.

"Yo creo que una de las tragedias de este momento histórico es que se olvida el compromiso de la literatura con la belleza, el de crear un lenguaje propio y en este libro es lo que he querido hacer", explica a Efe Castán.

Premio Mario Vargas Llosa NH de relatos, Carlos Castán ha construido una novela no al uso porque él mismo dice las novelas hoy son otra cosas, que no son las del XIX. "Hoy tiene ramificaciones y puertas diferentes".

"Yo no quería escribir una novela más, quería encontrar una voz que aportara algo diferente; cada persona es distinta y tiene algo que dar o mostrar, pues este libro es mi propuesta", subraya el autor, algo que desde luego ha cumplido porque "La mala luz" tiene una clara propuesta artística desde su primera página.

El protagonista en un momento inicial de la novela, y cuando siente que ha perdido todo, viene a decir que cuando se cierran los ojos que miran tu vida, esta deja de tener sentido, y esa idea también recorre las páginas del libro, en donde la soledad, el monólogo interior, la introspección son piezas claves.

"A todos nos da sentido sentirnos observados y en cierto modo este libro es como una metáfora de eso, porque cuando se muere Jacobo, él registra todo y también registra su casa con la idea de sentirse observado de volver a ver quién fue y quién es", añade Castán para quien esta novela que podría tener algún parecido con "Mortal y rosa" de Umbral, es un texto sobre "el aprendizaje de la decepción".

La suplantación, un tema que también está en algunos otros relatos del autor, es también una pata sobre la que se apoya el texto, "el deseo de ser otro, la suplantación de la personalidad que se produce cuando alguien tiene la obligación de vivir por otro y la sensación de que es más interesante la vida de los demás", añade Castán.

El título de la novela "La mala luz" también obedece a una clara intención del autor de impregnar sus páginas de "una sensación de domingo por la tarde, de esa sensación de que algo languidece, que se acaba, de decadencia", recalca.

Así, "La mala luz" es toda una experiencia para el lector pero también trasluce a su vez la experiencia casi física del autor al escribir el texto. Una bajada al lado oscuro del ser humano envuelta en un placer estético y en donde abundan en cada una de sus páginas las referencias literarias.

"Se trata de un homenaje a los escritores con los que me identifico, sobre todo de los de finales del siglo XX franceses que han arrojado algo de luz sobre la condición humana", concluye.

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