Carvalho vuelve en su 40 aniversario con recetas que deleitaron a Montalbán

  • Pilar Salas.

Pilar Salas.

Madrid, 13 nov.- El detective más "gourmet" de la literatura, Pepe Carvalho, regresa a las librerías con un compendio de recetas acompañadas por fragmentos de los relatos en los que se citaron, cuando se cumplen 40 años de que Manuel Vázquez Montalbán lo pusiera en acción con "Yo maté a Kennedy".

"Las recetas de Carvalho", publicado por primera vez en 1989, es el tercer volumen de una colección de ocho que publica Planeta este año y el próximo y que agrupa por temáticas las 25 obras protagonizadas por este investigador privado, ex agente de la CIA, cínico, lúdico y descreído.

Prologado por el periodista Pau Arenós, que compartió mesa y mantel e intercambió fiambreras con paella y patatas a la riojana con Montalbán (Barcelona, 1939 - Bagkok, 2003), defiende, en una entrevista con Efe, la vigencia de esta obra por ser un recetario y porque su autor "siempre estuvo muy al corriente de la evolución de la cocina".

El escritor se perdió la revolución de la cocina "tecnoemocional", por lo que "nos queda la intriga de qué hubiese pasado si Carvalho hubiera ido a elBulli". Arenós fantasea con un almuerzo del investigador y su ayudante Biscuter en El Celler de Can Roca, después de su separación en "Milenio" (2004), del que hubiesen disfrutado, pero también sazonado con alguna "burla fundamentada".

Por ello, el prologuista defiende que este prolífico escritor convirtió la saga de Carvalho "no sólo en una guía social de los cambios del país, a modo de gran reportaje, sino también en una guía gastronómica de España, de sus restaurantes y de su evolución".

Y es que Vázquez Montalbán, apasionado cocinero y comensal, volcó mucho de sí mismo en su detectivesca criatura. Para ello no dudó en dotar de buen paladar y habilidades en los fogones a un miembro del Partido Comunista, lo que fue "algo contracultural, una provocación" ya que esas "veleidades" se consideraban "frívolas y burguesas" entre la izquierda.

Además de quemar libros, cocinar y deleitarse con la comida es "el vicio público" de Carvalho, quien "no tendría tanto interés sin la cocina, ya que no tiene vicios ocultos", asegura Arenós.

"Cocina por su supervivencia, pero también por arraigo sentimental. Si no cocina, se muere", sentimiento que creador y personaje compartieron.

Así, "Las recetas de Carvalho" discurren entre "las minucias de lo cotidiano" como las berenjenas a la crema de gambas o la ropavieja, "la soledad de los platos de fondo" como la escudella y carn d'olla o la fideuà, la "cocina de los pecados veniales" donde caben el sashimi y el bacalao al pil-pil, y la de los "pecados mortales" como los pies de cerdo a la catalana o el ossobuco.

Por el dulce final, bajo el epígrafe de "comer es inocente", discurren desde el catalanísimo mel y mató a unos sofisticados profiteroles y terrina de naranja al Marnier.

El escritor y periodista catalán era de "platos de cuchara, de cazuela", y sostenía que "cuando se come, se convoca la memoria del paladar", lo que en su caso suponía "volar en la alfombra de Aladino buscando un pasado que no siempre fue feliz, en la posguerra".

Así ocurría cuando acudía a Casa Leopoldo, en el Raval barcelonés, a degustar el arroz con bacalao, experiencia que compartió alguna vez con Arenós. "Tenía un efecto que ríete de la hipnosis para volver a la infancia", recuerda divertido.

Su pasión por la culinaria le llevó a una obra titánica: una enciclopedia gastronómica de diez volúmenes ilustrados que publicó entre 2002 y 2003 con el título "Carvalho gastronómico". En opinión de Arenós, a quien Montalbán prologó a su vez "Los genios del fuego", "pasó sin la gloria que merecía porque fue un trabajo bestial y salvaje".

Por eso también lamenta que el escritor no recibiese el Premio Nacional de Gastronomía, lo que "hubiera honrado el galardón".

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